Después de muchas semanas de mofarse y de advertir de los muchísimos peligros que conlleva la aprobación del ingreso mínimo vital, la derecha española no ha tenido lo que hay que tener para votar en contra. La "paguita", como ellos la califican, ha sido ratificada, con la única abstención de VOX, esta semana en el Congreso de los Diputados.

Uno se pregunta qué puede haber hecho cambiar el sentido del voto de unos políticos que, hasta el día de su aprobación, habían cargado con toda la saña de la que son capaces contra esta medida social. La respuesta es sencilla, los señores diputados valoran, muy por encima de su ideología, su propia "paguita". Las encuestas que han manejado estos días, en las que la inmensa mayoría de los españoles valoraban de manera muy positiva este decreto, les han hecho temer que, en el caso de que consiguieran el anhelado objetivo de derribar al Gobierno, las urnas les pasaran cuentas.

Y es que nuestra derecha, aunque desde siempre se ha arrogado los presuntos valores de una raza indomable, en realidad son unos simples chulos de discoteca. Han actuado así desde los tiempos de María Castaña. Se oponían al divorcio y al aborto, pero cuando han gobernado les ha faltado de lo que tanto presumen, para derogar lo que había aprobado la izquierda. Es más, se divorcian y abortan como si no creyeran que hay un Dios que los vigila desde el cielo.

Por eso no es de extrañar el resultado de la votación del pasado miércoles. Bueno, por eso y porque verán ustedes como encuentran la manera de sacarle provecho personal. No tardarán en empezar a salir casos de un hijo de Abascal, con perdón, que ha solicitado la paguita porque no encuentra trabajo, o del encargado de limpiar la plata de Álvarez de Toledo que necesita un complemento para llegar a final de mes. Al tiempo.