Si usted lleva desde el 23 de septiembre convencido de que en Cataluña hay terroristas que tenían todo preparado para hacer detonar explosivos, Goma2 entre otros, que los habían estado probando en una cantera lejana, que tenían incluso previsto atentar contra personas, que la hermana de Puigdemont había servido de enlace entre ellos y los presidentes Torra y Puigdemont, vengo a chafarle el relato.

No es por capricho, créame que no lo es. Es porque se supone que usted y yo vivimos en un Estado Democrático y de Derecho. Y resulta que usted tiene garantizado, se supone, el derecho a recibir información veraz de los medios de información. Y esto, querido lector, se lo están pisoteando: cuando le han contado estos días, afirmando en titulares que los detenidos en Cataluña, los “integrantes de los CDR” eran terroristas, sin presunto, sin nada que pudiera poner en cuestión tal afirmación, han estado saltándose a la torera los principios más básicos del periodismo, pero también los suyos como consumidor de noticias. Porque eso, todo eso que le han contado: la Goma2, la cantera, los explosivos, la hermana de Puigdemont etc etc, no es cierto.

Voy por partes, si es que todavía quiere usted leer lo que le tengo que decir. Deje a un lado su amor por la patria, su rechazo al independentismo. Esto no va de eso. Más bien, si usted ansía vivir en un país del que sentirse orgulloso, esto debería hacerle hervir la sangre.

Ha de saber que este asunto de los CDR se encuentra bajo secreto de sumario. Esto significa que la causa tiene que investigarse evitando intoxicación, evitando que pueda de alguna manera estropearse algún tipo de prueba, que pueda generarse confusión y por supuesto, que podamos estar acusando a gente que finalmente podría resultar inocente. Y no, no sirve eso de que “si el juez ha ordenado su detención será que tiene indicios”, porque no siempre es así. Lamentablemente. Podría contarle casos en los que el juez ordenó prisión porque veía indicios de terrorismo cuando las pruebas que había era un zumo de naranja o col lombarda en la nevera (el caso del chaval que estuvo en prisión más de un año y al que acusaban de terrorismo por mensajes en sus redes sociales sobre unos dibujos animados, al que al final tuvieron que dejar en libertad retirando las gravísimas acusaciones iniciales), o el caso Piñata, o el caso Dixán (el nombre precisamente viene porque a los que acusaron de terrorismo, de tener en su poder material para hacer explosivos, quedó en que lo que tenían era un bote de detergente de esa marca, nada más). Hay más casos, créame. Y no, en ellos finalmente resultó que no había nada de lo que se había publicado por los medios, nada de terrorismo, ni de bombas, ni de violencia. Nada. Por eso, no digo que este sea el caso, pero tampoco puedo decir lo contrario. Sencillamente, que sepamos que no siempre hay que ser malo malísimo para que te detengan y decreten prisión provisional y después todo quede en nada. En nada.

Pregúntele usted a Tamara Carrasco: seguro que el nombre no le suena. Pero es una joven a la que igualmente hace un año acusaron de terrorismo por unos audios en un chat. Las portadas de algunos periódicos le llamaban terrorista. A ella, que no había hecho nada, salvo participar en acciones que bien pueden asemejarse a las que hace cualquier piquete en cualquier huelga. Pues bien: a Tamara la tuvieron retenida en su localidad, sin poder salir de ella salvo para ir a su lugar de trabajo; no pudo ni siquiera ir a visitar a su madre cuando estaba ingresada en el hospital. La señalaron de por vida. Y al final, ¿en qué quedó la cosa? Pues lo que en un principio era una acusación de terrorismo (sí, de terrorismo), ha quedado en desórdenes públicos. Nada que ver, ¿verdad?. Pero de eso ya no han hablado los periódicos que afirmaban que se trataba de una terrorista. Mutis por el foro. Ya no interesa contar lo que ha sucedido en realidad.

Por eso lo prudente, además de lo legal, es mantener un silencio prudencial hasta conocer las pruebas, hasta que se pueda contrastar alguna versión oficial. Y digo alguna versión oficial porque hasta el momento, ni siquiera los abogados de los siete detenidos han podido tener acceso a la documentación que detalle en base a qué se ha detenido a sus defendidos. Sin embargo llevamos días viendo en los medios que “según fuentes judiciales”…. ¿y esas “fuentes judiciales” a qué juegan? Porque filtrar información de una causa bajo secreto de sumario es delito. Y curiosamente, anteayer Ernesto Ekaizer confirmaba en una entrevista que él precisamente había preguntado directamente a fuentes judiciales del juzgado donde se está instruyendo esta causa. Adivine lo que le dijeron:

- que no es cierto que en ningún sitio ponga que estaban experimentando con explosivos en ninguna cantera
- que lo de la hermana de Puigdemont, que se había filtrado a la prensa, también era una versión que no compartían
- que la relación entre los CDR y Terra Lliure era absolutamente inventada

De la Goma2 ya se informó, para quien quisiera y pudiera enterarse, el mismo día de la detención, que no, que no había Goma2. Pero da igual, porque algunos medios estuvieron todavía un par de días más dándolo por hecho. A pesar de que se desmintió desde el primer minuto. Es más, no es apropiado hablar de explosivos, cuando el comunicado que se facilitó por parte de la fiscalía hablaba de “precursores” y hay una gran diferencia entre tener una bomba en tu casa a tener un precursor: básicamente porque un precursor pueden ser productos que se pueden encontrar en domicilios donde no hay terroristas, en talleres de coches… en fin. Que tener precursores no es algo que sirva para asegurar que eres un terrorista.

Decía Ekaizer que muchas de las cosas que hemos leído, visto y oído estos días en la mayoría de los medios de comunicación, según le decían a él en el juzgado donde se instruye la Causa Judas, son falsos.  Fíjese usted. No habrá visto a ningún periodista pedir disculpas o recular: ni a Ferreras, ni a Ana Rosa, ni a Griso, ni a ninguno de los que ya han sentenciado a los detenidos. No, para ellos la presunción de inocencia no existe; para ellos el secreto de sumario tampoco existe. Eso sí, lo importante es que usted esté convencido de que en Cataluña la situación es peor que en el país vasco, como alguno titulaba sin rubor. Y es inadmisible.

No sé qué es lo que tiene que pasar para que la sociedad española diga “basta ya”. Parece como que ya tragamos con todo. Nos da igual que nos mientan, que nos manipulen, que nos tomen por idiotas. Que criminalicen a cualquiera que no piense como a los que manejan el cotarro les parece positivo. Y sinceramente, como le decía más arriba, querido lector: lo que usted pueda pensar sobre Cataluña, Euskadi o la España Federal no es lo importante ahora. Se trata de un Estado Democrático y de Derecho que en realidad funciona dependiendo de quién salga beneficiado o perjudicado. Y eso no es lo que nos habíamos prometido.

Una última cuestión: mañana puede ser usted. Puede ser su hijo. Su sobrino. Su nieta. Esto afecta a todo aquel que se preocupe por garantizar que las normas son garantistas para todos. Independientemente de sus apellidos, de sus ideas y de su lugar de residencia.

Si usted lleva desde el 23 de septiembre convencido de que en Cataluña hay terroristas que tenían todo preparado para hacer detonar explosivos, Goma2 entre otros, que los habían estado probando en una cantera lejana, que tenían incluso previsto atentar contra personas, que la hermana de Puigdemont había servido de enlace entre ellos y los presidentes Torra y Puigdemont, vengo a chafarle el relato.

No es por capricho, créame que no lo es. Es porque se supone que usted y yo vivimos en un Estado Democrático y de Derecho. Y resulta que usted tiene garantizado, se supone, el derecho a recibir información veraz de los medios de información. Y esto, querido lector, se lo están pisoteando: cuando le han contado estos días, afirmando en titulares que los detenidos en Cataluña, los “integrantes de los CDR” eran terroristas, sin presunto, sin nada que pudiera poner en cuestión tal afirmación, han estado saltándose a la torera los principios más básicos del periodismo, pero también los suyos como consumidor de noticias. Porque eso, todo eso que le han contado: la Goma2, la cantera, los explosivos, la hermana de Puigdemont etc etc, no es cierto.

Voy por partes, si es que todavía quiere usted leer lo que le tengo que decir. Deje a un lado su amor por la patria, su rechazo al independentismo. Esto no va de eso. Más bien, si usted ansía vivir en un país del que sentirse orgulloso, esto debería hacerle hervir la sangre.

Ha de saber que este asunto de los CDR se encuentra bajo secreto de sumario. Esto significa que la causa tiene que investigarse evitando intoxicación, evitando que pueda de alguna manera estropearse algún tipo de prueba, que pueda generarse confusión y por supuesto, que podamos estar acusando a gente que finalmente podría resultar inocente. Y no, no sirve eso de que “si el juez ha ordenado su detención será que tiene indicios”, porque no siempre es así. Lamentablemente. Podría contarle casos en los que el juez ordenó prisión porque veía indicios de terrorismo cuando las pruebas que había era un zumo de naranja o col lombarda en la nevera (el caso del chaval que estuvo en prisión más de un año y al que acusaban de terrorismo por mensajes en sus redes sociales sobre unos dibujos animados, al que al final tuvieron que dejar en libertad retirando las gravísimas acusaciones iniciales), o el caso Piñata, o el caso Dixán (el nombre precisamente viene porque a los que acusaron de terrorismo, de tener en su poder material para hacer explosivos, quedó en que lo que tenían era un bote de detergente de esa marca, nada más). Hay más casos, créame. Y no, en ellos finalmente resultó que no había nada de lo que se había publicado por los medios, nada de terrorismo, ni de bombas, ni de violencia. Nada. Por eso, no digo que este sea el caso, pero tampoco puedo decir lo contrario. Sencillamente, que sepamos que no siempre hay que ser malo malísimo para que te detengan y decreten prisión provisional y después todo quede en nada. En nada.

Pregúntele usted a Tamara Carrasco: seguro que el nombre no le suena. Pero es una joven a la que igualmente hace un año acusaron de terrorismo por unos audios en un chat. Las portadas de algunos periódicos le llamaban terrorista. A ella, que no había hecho nada, salvo participar en acciones que bien pueden asemejarse a las que hace cualquier piquete en cualquier huelga. Pues bien: a Tamara la tuvieron retenida en su localidad, sin poder salir de ella salvo para ir a su lugar de trabajo; no pudo ni siquiera ir a visitar a su madre cuando estaba ingresada en el hospital. La señalaron de por vida. Y al final, ¿en qué quedó la cosa? Pues lo que en un principio era una acusación de terrorismo (sí, de terrorismo), ha quedado en desórdenes públicos. Nada que ver, ¿verdad?. Pero de eso ya no han hablado los periódicos que afirmaban que se trataba de una terrorista. Mutis por el foro. Ya no interesa contar lo que ha sucedido en realidad.

Por eso lo prudente, además de lo legal, es mantener un silencio prudencial hasta conocer las pruebas, hasta que se pueda contrastar alguna versión oficial. Y digo alguna versión oficial porque hasta el momento, ni siquiera los abogados de los siete detenidos han podido tener acceso a la documentación que detalle en base a qué se ha detenido a sus defendidos. Sin embargo llevamos días viendo en los medios que “según fuentes judiciales”…. ¿y esas “fuentes judiciales” a qué juegan? Porque filtrar información de una causa bajo secreto de sumario es delito. Y curiosamente, anteayer Ernesto Ekaizer confirmaba en una entrevista que él precisamente había preguntado directamente a fuentes judiciales del juzgado donde se está instruyendo esta causa. Adivine lo que le dijeron:

- que no es cierto que en ningún sitio ponga que estaban experimentando con explosivos en ninguna cantera
- que lo de la hermana de Puigdemont, que se había filtrado a la prensa, también era una versión que no compartían
- que la relación entre los CDR y Terra Lliure era absolutamente inventada

De la Goma2 ya se informó, para quien quisiera y pudiera enterarse, el mismo día de la detención, que no, que no había Goma2. Pero da igual, porque algunos medios estuvieron todavía un par de días más dándolo por hecho. A pesar de que se desmintió desde el primer minuto. Es más, no es apropiado hablar de explosivos, cuando el comunicado que se facilitó por parte de la fiscalía hablaba de “precursores” y hay una gran diferencia entre tener una bomba en tu casa a tener un precursor: básicamente porque un precursor pueden ser productos que se pueden encontrar en domicilios donde no hay terroristas, en talleres de coches… en fin. Que tener precursores no es algo que sirva para asegurar que eres un terrorista.

Decía Ekaizer que muchas de las cosas que hemos leído, visto y oído estos días en la mayoría de los medios de comunicación, según le decían a él en el juzgado donde se instruye la Causa Judas, son falsos.  Fíjese usted. No habrá visto a ningún periodista pedir disculpas o recular: ni a Ferreras, ni a Ana Rosa, ni a Griso, ni a ninguno de los que ya han sentenciado a los detenidos. No, para ellos la presunción de inocencia no existe; para ellos el secreto de sumario tampoco existe. Eso sí, lo importante es que usted esté convencido de que en Cataluña la situación es peor que en el país vasco, como alguno titulaba sin rubor. Y es inadmisible.

No sé qué es lo que tiene que pasar para que la sociedad española diga “basta ya”. Parece como que ya tragamos con todo. Nos da igual que nos mientan, que nos manipulen, que nos tomen por idiotas. Que criminalicen a cualquiera que no piense como a los que manejan el cotarro les parece positivo. Y sinceramente, como le decía más arriba, querido lector: lo que usted pueda pensar sobre Cataluña, Euskadi o la España Federal no es lo importante ahora. Se trata de un Estado Democrático y de Derecho que en realidad funciona dependiendo de quién salga beneficiado o perjudicado. Y eso no es lo que nos habíamos prometido.

Una última cuestión: mañana puede ser usted. Puede ser su hijo. Su sobrino. Su nieta. Esto afecta a todo aquel que se preocupe por garantizar que las normas son garantistas para todos. Independientemente de sus apellidos, de sus ideas y de su lugar de residencia.