A las puertas de un verano que se prevé especialmente duro para Andalucía, tras un invierno y una primavera inusualmente lluviosos que han dejado un exceso de vegetación seca, los andaluces deberían poder confiar en que Moreno Bonilla ha hecho los deberes. Pero no es así. La campaña 2025 contra los incendios forestales no solo comienza tarde, sino con un grave deterioro estructural y funcional en el dispositivo INFOCA. Es el peor arranque en dos décadas, según denuncia de forma unánime los sindicatos UGT, CCOO, CGT y CSIF, que alertan de un recorte masivo de efectivos y de medios materiales.

Mientras el riesgo de incendio ya es extremo, decenas de retenes están incompletos, y eso que estamos a finales de junio. La causa es clara: falta de planificación y una nefasta gestión por parte de la Consejería de Presidencia, responsable de la nueva Agencia de Emergencias de Andalucía (EMA). A día de hoy, aún faltan por incorporarse unos 400 agentes forestales. Donde debería haber siete profesionales, solo hay tres. Muchas bases carecen de dotación suficiente. Abundan los vehículos averiados y los Equipos de Protección Individual (EPIs) están caducados o directamente no existen. Los sindicatos no dejan lugar a dudas: el operativo actual es el más precario y peligroso para Bomberos Forestales y el resto del personal en los últimos 20 años.

Y pese a este panorama desolador, la Junta de Andalucía presume de estar preparada. Alardea de su nueva EMA, “la más grande de España”, que agrupa a INFOCA, Protección Civil, 112 y GREA. Pero los profesionales lo tienen claro. La EMA es un cascarón vacío, diseñado para parecerse a la UME, pero sin medios, sin una dirección clara y sin capacidad operativa real.

La creación de esta agencia ha traído más burocracia, decisiones a dedo y una gestión que ha dejado al INFOCA al borde del colapso. El concurso de traslados está paralizado. Faltan profesionales. Los EPIs no se han renovado. Se adeudan pagas de antigüedad. No hay planificación ni respeto hacia quienes se juegan la vida cada verano.

Hablar con los Bomberos Forestales es escuchar frustración, abandono y rabia. Afrontan jornadas de hasta 14 horas bajo temperaturas extremas. El avituallamiento que les proporciona la Junta es ridículo: bocadillos fríos que no cubren las calorías ni los nutrientes necesarios para sostener el esfuerzo físico que requiere combatir el fuego.

Además, Moreno Bonilla ha destinado 20 millones de euros en furgonetas que, como denunció UGT en noviembre de 2024, no pueden circular por caminos forestales. Los bomberos tienen que recorrer a pie varios kilómetros desde donde estos vehículos pueden llegar hasta el foco del incendio. Y para colmo, las furgonetas ni siquiera tienen compartimentos para herramientas. ¿De qué sirve tanto gasto si no responde a las necesidades reales del dispositivo?

A esto se suma una alarmante falta de emisoras operativas en muchas zonas de la Red Digital, y un estado deplorable de los equipos de protección: cascos caducados sin accesorio, ausencia de gafas panorámicas obligatorias, escasez de pantalones ignífugos de tallas básicas, falta de guantes y de almacenamiento adecuado para estos. ¿Cómo puede hablarse de estar preparados cuando ni siquiera se garantiza la seguridad básica de los Bomberos Forestales?

Pero si los Bomberos Forestales están mal, los vigilantes forestales están directamente olvidados. Son los primeros en detectar un incendio y pasan horas en torres ruinosas, sin ventilación ni sombra, rodeados de insectos y soportando temperaturas de más de 45 grados. Son una pieza clave para reaccionar con rapidez, pero lo que reciben es abandono y condiciones infrahumanas.

Estos profesionales piden lo mínimo: instalaciones dignas, seguridad, sombra, ventilación y condiciones humanas. Reclaman ser reconocidos como lo que son: un pilar esencial del sistema de emergencias andaluz

La situación no es nueva, pero sí cada vez más insostenible. El complemento de antigüedad sigue sin pagarse, por mucho que la Junta diga que están atendiendo reivindicaciones históricas, y a pesar del acuerdo firmado hace más de año y medio entre la Junta y los sindicatos UGT, CCOO, CSIF y UITA. Las bolsas de empleo están paralizadas. No hay concursos de traslados ni promoción interna. Y lo más grave: no hay diálogo ni voluntad política de mejorar nada.

Mientras tanto, Moreno Bonilla se hace fotos, habla de modernización y vende como logros lo que no son más que titulares vacíos. Pero los incendios no esperan a la siguiente nota de prensa. La propaganda no apaga el fuego. Lo hacen mujeres y hombres que arriesgan su vida en condiciones cada vez más precarias.

Lo que ha hecho el Gobierno andaluz con el INFOCA no es solo negligencia. Es una traición. Una traición a quienes lo dieron todo en incendios como los de Sierra Bermeja, Doñana o Almonaster. Una traición a los pueblos de interior, que viven cada verano con miedo. Y una traición al patrimonio natural de Andalucía, que se convierte en cenizas mientras la Junta mira para otro lado.

La irresponsabilidad institucional es clamorosa. La campaña contra los incendios forestales arranca en situación crítica: sin personal suficiente, sin vehículos adecuados, sin EPIs básicos, sin logística. Y, lo que es peor: sin intención alguna de cambiar nada. Se gobierna a golpe de anuncio, mientras se abandona a quienes sostienen el operativo.

Y si llega la tragedia, no valdrán excusas. No servirá culpar al “cambio climático” ni a “la herencia recibida”. El gobierno de Moreno Bonilla ha tenido tiempo, dinero y margen para actuar. Ha preferido no hacerlo. Ha preferido gastar millones en propaganda y compras inútiles, en lugar de proteger a su gente y a nuestros montes.

Pero no todos son sombras. Gracias al Estatuto Básico de Bomberos Forestales aprobado por el Gobierno de Pedro Sánchez, todos los bomberos forestales -también los andaluces- podrán acceder a una jubilación anticipada mediante coeficientes reductores. Una medida largamente reivindicada por el sector, que al menos reconoce su esfuerzo y su riesgo.

Andalucía no se apaga sola. La apagan los bomberos y bomberas forestales. La apagan los vigilantes que vigilan desde torres agrietadas. La apagan quienes se dejan la piel -y a veces la vida- por salvar lo que es de todos. Lo mínimo que podemos hacer por ellos es alzar la voz. Y lo mínimo que puede hacer la Junta es dejar de mirar hacia otro lado. Sr. Moreno Bonilla cuide a quienes nos cuidan.

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