En el primer trimestre de 2021, año de terribles pérdidas para la inmensa mayoría de empresas, la banca española ha ganado más de 8.000 millones de euros. Casi al mismo tiempo que las entidades bancarias anunciaban tan sustanciosos beneficios, notificaban a miles de empleados que serán despedidos en los próximos meses. Los clientes no teníamos tampoco buenas noticias, no sólo cerrarán una buena parte de sus oficinas, dejando a millones de personas del entorno rural sin ninguna sucursal cercana, sino que aumentan los costes por tener cuenta bancaria.

Los bancos han conseguido cuadrar el círculo del capitalismo: triunfar gracias al deterioro del servicio. De hecho,  han ido aún más lejos, no sólo cobran a los clientes porque les provean del dinero con el que ellos hacen sus negocios (sería algo así como si un fabricante de muebles hiciera pagar a la empresa que le proporciona la madera), sino que nos han puesto a trabajar gratis para ellos.

Las operaciones que antes hacían los empleados a los que ahora están despidiendo, las hacemos nosotros desde nuestras aplicaciones de móvil o desde los cada vez más escasos cajeros automáticos, y nos lo adornan con el epígrafe: "la banca cercana". Les ha faltado añadir "a la esclavitud".

Pero no vayan ustedes a pensar que todo esto lo están haciendo al margen de la ley. Los bancos son tan respetuosos con las normas legales, que hacen todo lo posible para ayudar a los políticos en su redacción y, en consecuencia, las siguen a rajatabla. Ante la avalancha de despidos sería lógico pensar que los directivos darían ejemplo reduciendo sus salarios de escándalo, pero, pese a que estoy convencido de que esa sería su voluntad, no pueden hacerlo, porque como dijo esta semana el Consejero delegado del BBVA, Onur Genç,  "están regulados a escala europea".

Aunque todo lo anterior les pueda parecer el summum de los logros que puede alcanzar una empresa, no es, ni con lejos, el mayor de sus éxitos. Los bancos han conseguido lo que ninguna otra entidad privada puede tan siquiera soñar: si hay pérdidas las asume el Estado, es decir, los ciudadanos con sus impuestos. Sí, esos mismos ciudadanos, usted y yo, que les pagamos comisiones por prestarles nuestro dinero para que hagan sus negocios y los que hacemos el trabajo de los empleados despedidos. Otra banca no sólo es posible, es absolutamente imprescindible.