Es bien sabido, haciendo caso a las Sagradas Escrituras, que Poncio Pilatos se lavó las manos, y dijo que en su opinión- Jesús de Nazaret- no había cometido delito alguno, pero tras dejar muy claro que no era responsable de la sangre derramada,  le mandó crucificar.

Han pasado casi dos mil años pero la historia parece que se repite, salvando todas las distancias, que son muchas. Don Mariano, el actual presidente de nuestro país, ha emulado la enseñanza de aquel prefecto de Judea y “obligado” sobre todo por la presión de Ciudadanos, ha decidido poner a los pies de los caballos a su presidente murciano Pedro Antonio Sánchez

A Rajoy, como siempre, le ha costado tomar la decisión, pese a que de por medio había un compromiso de ética y rectitud, y sin duda ha sido definitivo que  el hecho de que al día siguiente de su dimisión debiera afrontar una moción de censura o de que  el titular del Juzgado 6 de instrucción de la Audiencia Nacional, magistrado Eloy Velasco, acabara de pedir la imputación de  Sánchez al Tribunal Superior de Justicia de Murcia. No olvidemos que sobre el  ex responsable del ejecutivo murciano recaen sospechas de presuntos delitos de cohecho, fraude y revelación de información referidas a la trama Púnica, en contra, eso sí  de la opinión de la Fiscalía Anticorrupción.

Hay algunas diferencias de bulto, sin embargo.  Pedro Antonio seguirá siendo presidente del Partido Popular murciano cargo para el que fue nombrado en el congreso regional del PP del pasado  18 de marzo, o sea  hace nada. Y mantendrá su escaño en la Asamblea Regional lo cual algo le servirá a la hora de presentarse ante el tribunal, dada la calidad de aforado que le brinda su estatuto de Autonomía.

En este sentido, hay que decir que en comparación con Rajoy,  Pilatos miró menos  por el reo nacido en Nazaret  al que condenó con aquella  pulcra limpieza que quedó para siempre como sinónimo de quitarse de en medio o de  eludir responsabilidades.  Y eso que ningún juez había encontrado indicio criminal alguno en el Salvador.

Lo de Mariano es distinto. A regañadientes, que todo hay que decirlo, ha hecho dimitir a Pedro Antonio, pero hasta ahora le está obviando los latigazos, la corona de espinas y el vinagre. Todo indica hacia que si puede, también le evitará el madero. Rajoy sabe  bien que cada clavo que se afiance en esa cruz, apunta directamente al corazón de su partido. ¡Semana Santa!