Recientemente ha sido publicado el informe sobre la calidad democrática de los partidos políticos españoles realizada por +Democracia. 

Se trata de un estudio que evalúa la calidad de las formaciones políticas poniendo el foco en cuestiones como los procesos de elección de sus candidatos, la frecuencia de las reuniones de sus órganos de decisión, la elaboración de sus listas electorales, la información que facilitan a través de sus páginas web, los derechos de su militancia y, en definitiva, todos los factores que nos permitirían saber si nuestros partidos estarían a la altura de medirse con organizaciones como las de Alemania o Reino Unido. 

Los partidos políticos españoles no aprobarían el examen si tuviesen que cumplir con las legislaciones alemanas o británicas

La primera conclusión es que  los partidos políticos españoles no aprobarían el examen si tuviesen que cumplir con las legislaciones alemanas o británicas. Aunque efectivamente podríamos plantear los distintos contextos que pudieran darse y que, inevitablemente, influyen y afectan a cualquier cuestión, no es menos cierto que de la práctica en la política internacional las diferencias saltan a la vista. 

Lo peor, la democracia interna, con un 3,7 sobre 10

Según el estudio, las puntuaciones medias de los partidos españoles están por debajo de 5 en los indicadores de democracia interna (3,7 sobre 10), derechos de los afiliados y su protección (4,4 sobre 10) y procedimientos de elección de sus candidatos a cargos públicos (4,9 sobre 10). Los partidos puntúan de media 6,0 sobre 10 en lo que se refiere a disponer de códigos éticos y a su publicidad;  6,9 sobre 10 en la información que facilitan en sus webs sobre documentos internos, resoluciones de congresos, etc. Está generalmente disponible, si bien todavía hay partidos muy opacos. 

Parece ser bastante habitual en los partidos españoles el baile de fechas para las reuniones que deben tener los órganos de dirección. Mientras en otros países esta cuestión es prácticamente sagrada e inamovible, salvo circunstancias excepcionales (que han de ser valoradas y votadas en procesos internos democráticos), en nuestro país es la norma que la dirección del partido de turno pueda ir bailando por el calendario posponiendo este tipo de cónclaves en base a los intereses del que mande en cada momento. Siempre hay excusas, aunque lo cierto es que la última razón -normalmente no reconocida- suele ser la perpetuación en el poder de sus dirigentes. Para ello necesitan su tiempo con el fin de asegurar que los "enemigos" estén purgados de cara a poder tener reuniones más o menos "pacíficas". La documentación a tratar suele brillar por su ausencia y las conclusiones suelen venir ya precocinadas incluso antes de los propios encuentros. 

Los clientelismos, amiguismos, enchufismos están a la orden del día en prácticamente todas las formaciones políticas españolas

Igualmente llama la atención la poca calidad democrática de los procesos de elección de los candidatos y la confección de las listas electorales. Con más o menos artimañas es evidente que los resultados -aunque a veces se camuflen como "participativos" los procedimientos- suelen ser fácilmente adivinables, pues las maquinarias de la dirección, una vez más, suelen tener hechas las normas precisamente para asegurar su poder. Los reglamentos internos suelen ser lo suficientemente ambiguos como para ser "interpretables" de muy distintas maneras, y en caso de plantear algún tipo de queja o cuestión a los órganos de control o garantía, éstos suelen estar también teledirigidos por las cúpulas de poder. 

Los clientelismos, amiguismos, enchufismos están a la orden del día en prácticamente todas las formaciones políticas españolas. Por mucho que se empeñen en camuflarlo con procesos más o menos innovadores. En estas últimas elecciones ha sido evidente como todas las formaciones han evitado repetir sus procesos de elección internos, configurando las candidaturas en base a lo que las direcciones de los partidos han considerado más tendente a perpetuarse. 

Si bien es cierto que en casi todos los partidos existen los denominados "sectores críticos", no es menos cierto que allí donde los hay, han sido relegados a figuras meramente testimoniales; más bien tienen la función de darle una pátina democrática a la organización (siempre queda bien decir que se respetan todos los puntos de vista y mostrar como prueba alguna que otra voz crítica), aunque a la hora de la verdad no sean tenidos en cuenta sus puntos de vista ni sus aportaciones. 

En términos generales, es importante reflexionar sobre la calidad democrática de nuestras organizaciones políticas puesto que son el vehículo necesario para poder articular la democracia representativa. Valorar exhaustivamente sus deficiencias y mantener una actitud crítica, tanto desde la militancia como desde fuera de las organizaciones, es un ejercicio necesario para poder construir una sociedad más justa e igualitaria. La dificultad está servida, pues es bastante frecuente que el hecho de plantear alguna cuestión traiga consigo problemas para quien pone los fallos de manifiesto. Lo mismo que después sucederá cuando algún ciudadano trate de denunciar las corruptelas de las instituciones públicas. Quizás sea la práctica asumida durante tiempos de partido la razón por la que dé lo mismo el signo político de la organización que gobierne, pues todas las cúpulas están acostumbradas a tapar sus vergüenzas. 

¿Cómo pretender que nuestras instituciones sean más democráticas si quienes llegan a ellas han utilizado cualquier tipo de artimaña? A veces los problemas los tenemos mucho más cerca de lo que pensamos, solamente hay que buscar el origen para poder encontrar las soluciones.