Silencio en FAES
Un dato de primera magnitud ese silencio clamoroso de FAES. Silencio que se complementa con algunos exabruptos que se pueden cosechar entre el sector ultraliberal del PP, léase Vidal- Quadras, que representa a una buena porción de la derecha pero que sólo el catalán tiene el coraje de decirlo por corto y por derecho.

Ruptura
Porque el gesto de Cristóbal Montoro, el hombre fuerte del Ejecutivo, de meter la mano en el bolsillo de los contribuyentes –clases medias en esencia- resulta en sí mismo paradójico en relación con el discurso de antaño mantenido por esa formación política. Tanto el ministro como el presidente lo han justificado sobre la base del “peligro urgente” de que lo hicieron otros y en el estado de “máxima necesidad” en las cuentas públicas.

Es difícil poder contradecir la tesis porque tampoco existen datos fiables; es más, son siempre contradictorios y en determinados casos contradictorios.

Autonomías
Pero en ese mismo discurso hay algo que resulta tan meridiano como un día de sol en El Burgos de Osma. El gran déficit proviene de las autonomías en casos tan clamorosos como Valencia, Murcia, etc…gobernadas por el PP pero también en Cataluña porque aquí hay para todos. De modo que algo deberían haber hecho los hoy inquilinos de la Moncloa y Alcalá, 7 cuando despachaban en Génova 13. O quizá no les hacían caso alguno…

Malestar
En cualquier caso, lo que es un dato objetivo y tabulable es que hay un profundo malestar entre las mesnadas de la derecha y aún del centroderecha por el tema de la subida de impuestos. Y nadie se cree que estas subidas vayan a durar sólo los dos ejercicios fiscales. Porque, incluso, el propio ministro de Hacienda, tan activo y protagonista, ha sembrado algunas dudas respecto a que se pueda alcanzar el objetivo de déficit propuesto.

Le ha parado los pies la vicepresidenta/vicetodo pero los observadores no son tontos. Mientras el paro siga creciendo –las perspectivas para el 2012 son de todo punto aterradoras- aquí todas las cuentas son ficticias y al fin y a la postre representan meros ejercicios de voluntarismo.

Montoro ha decidido echarse a la espalda el magro coste político que tendrán sus medidas. Y aunque nadie podrá negarle coraje el menudo ministro de Jaén, hijo de un emigrante pobre que vendía pinturas y papel pintado, ya sabe a estas alturas que no es lo mismo predicar que dar trigo.

A su lado, el ministro de Economía –con el que apenas coincide en nada-permanece silente, huido, quizá esperando su oportunidad. Por el momento, Montoro gana. De Guindos pierde.

Simple apunte de coyuntura.

Graciano Palomo es periodista y escritor, director de FUNDALIA y editor de IBERCAMPUS