El llamado neoliberalismo que, desde hace décadas, pende sobre nuestras cabezas es el capitalismo llevado a sus límites; el ultra capitalismo que, no sólo está destruyendo el planeta e ignora a las personas, sino además las utiliza, las desprecia y las humilla. En esa búsqueda de poder y de beneficio económico todo vale para las derechas neoliberales y sus aliados; y la mentira y la manipulación se han convertido en una de las grandes armas para conseguir evitar la protesta pública, y para crear un entorno propicio, en todos los ámbitos y niveles, a sus intereses.

Llegan a conseguir el control de la mayor parte de los medios de comunicación que, aliados a su carrera por y para el dinero, en el desprecio más absoluto a la verdad, a la democracia y a los derechos humanos, difunden  mensajes a su favor creando corrientes de opinión que, basadas en mentiras y falsedades, van modelando la opinión política de buena parte de la sociedad; lógicamente, esa parte más ignorante, más manipulable o más reaccionaria. Así consiguió Hitler llegar al poder, lavando el cerebro al pueblo alemán con constantes mensajes de odio; y, como todos sabemos, el asunto llegó a tal límite que se llegaron a torturar y asesinar, en horribles campos de concentración, a muchos miles de personas, seres humanos cuya única culpa era ser judíos o no ser católicos, ni arios, ni ser de ellos.

Todos estamos familiarizados con radios, televisiones, programas, magazines, aparentemente inocuos, pero peligrosísimos, que falsean la información y blanquean con descaro a las derechas, extremas derechas, intolerancias y fascismos. Realmente avergüenza escuchar a determinados personajes en programas y tertulias televisivas dar voz a sectores tan peligrosos como trasnochados e intolerantes. Algunos, incluso, se visten de modernos y de progres. Lo cual resulta más repulsivo

Si hablamos de redes sociales el asunto se desboca. Miles de cuentas falsas creadas para aupar a los partidos antidemocráticos, diarios digitales que se encargan de lanzar bulos que persiguen y difaman a partidos y a personas que les molestan, creando una tela de araña de mentiras que acaban, muchas veces, con las víctimas. Una maquinaria maquiavélica, y tan grotesca como antidemocrática, con la que esos sectores políticos, ideológicos y económicos consiguen destruir al otro con bulos y mentiras planificados y generados “a la carta” con impunidad y alevosía; recordemos a Zerolo, Zapatero, Iglesias, o el propio Sánchez, por ejemplo.

En realidad, son herramientas que forman parte del arsenal de la maldad humana más extrema. Sociópatas,  psicópatas y sus variantes son grandes mentirosos y manipuladores que, incluso, disfrutan anulando o dañando a sus víctimas o adversarios vertiendo calumnias que les desacreditan, como una de sus grandes artimañas de maldad. Todos podemos recordar circunstancias de este tipo, que son mucho más frecuentes de lo que podemos imaginar, tanto en política como en la vida cotidiana.

Recientemente, por ejemplo, numerosas plataformas difundieron inmediatamente la información falsa de que el asesino del niño que ha muerto a tiros en un pueblo de Toledo es magrebí o gitano; una ola de odio recorrió las redes sociales clamando contra los inmigrantes y las minorías sociales, y alimentando la intolerancia y la xenofobia. Cuando se supo que se trataba de un joven de la misma localidad el daño ya estaba hecho. Así ocurre muchas veces. No olvidemos un gran bulo del franquismo, el famoso “Lute”,  al que catalogaron como un asesino peligroso, cuando era un pobre merchero, un marginado que robaba gallinas para dar de comer a su familia; y, mientras tanto, la dictadura estaba matando  a unas 40.000 personas en tiempos de paz, y el dictador firmaba, durante muchos años, más de 10 condenas de muerte al día, siguiendo como fuente al historiador Álvarez Junco.

El presidente Pedro Sánchez anunció hace unos meses un plan de acción contra los bulos y, por fin, el pasado día 15 fue aprobado por el Gobierno el llamado Plan de Acción Democrática, que pretende regenerar la democracia española en su vertiente mediática, gestionando un mecanismo de control en los medios de comunicación para que esté mínimamente garantizado el derecho de los españoles a una información veraz. Se trata de un total de 31 medidas que están ideadas para frenar las mentiras, las manipulaciones y los acosos mediáticos y jurídicos basados en noticias falsas que divulgan medios afines a las derechas. La ley se basa y se apoya en la recientemente aprobada por el Parlamento Europeo Ley Europea de Medios (Mediam Freedom Act), que pretende instaurar bases para la transparencia, proteger el pluralismo y la independencia, así como controlar la financiación en los medios de comunicación.

Una Ley urgente,  justa y muy necesaria si queremos frenar a las extremas derechas y garantizar esquemas democráticos en los medios de comunicación, en la veracidad de la información que se vierte y, en consecuencia, en nuestras vidas. Los ciudadanos no debemos conformarnos con que se nos arrebate nuestro derecho a una información veraz.  Porque la libertad de expresión no contempla la mentira ladina, sistemática y planificada. Y, sobre todo,  porque esa falsedad idiotiza, fanatiza y polariza a la sociedad a favor de personas que se ríen de los ciudadanos y de la democracia. En palabras del historiador italiano Steven Forti, la mentira es una característica imprescindible de las extremas derechas. Un motivo muy de peso para frenarlas.