Han hecho falta unos años para ir conociendo a Albert Rivera. Yo tuve la ocasión, allá por 2013 de coincidir con él, cuando formábamos parte de ese "grupito" que algunos consideraron como los "cachorros de la regeneración". 

Nos llevaban a tertulias, nos invitaban a conferencias, las editoriales nos proponían libros para publicar, e incluso, tomábamos café. De aquélla, cuando Albert Rivera era un político catalán, cabeza visible de una formación catalana, prácticamente desconocido en España, aquí se presentaba como un buen chico. Formal, sonriente, suave en sus formas. Era ese muchacho siempre de traje, que hablaba en positivo, que venía a practicar el juego limpio en la política. Se consideraba socialdemócrata. Y fue así como se presentó ante mí: Albert quería regenerar la socialdemocracia. 

No quería hablar de izquierdas ni de derechas. Y a mi ese punto no me convencía en absoluto. Con Pablo (Igleisas) me sucedía lo mismo. Y así tuve la ocasión de comentarlo con él en distintas conferencias y actos públicos en los que participamos. Allá por tiempos de Rubalcaba, de Juan Carlos I, de Rajoy. En aquellos tiempos en que Pedro Sánchez andaba llamando a la puerta de Chacón para ver si podía subirse a su carro en unas primarias... de aquellos tiempos hablo. 

Y entonces Albert me caía bien. Nunca tuve problema en decirlo públicamente. Nos hablaba de crear proyectos de regeneración política donde estuviéramos perfiles distintos, como Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Borja Semper (¿se acuerdan?). Decía que quería formar una plataforma, jamás un partido, que aglutinase los intereses de una generación nacida en democracia. Así me lo decía y aunque a mi había lagunas que no terminaba de ver claras, me parecía interesante eso de juntarnos todos y hablar para poner puntos en común. 

En aquel momento, durante los años 13, 14, 15 participé en muchas conferencias, charlas abiertas, junto a distintos perfiles de diferentes movimientos y partidos. Recuerdo especialmente una, en la provincia de Ciudad Real. Era un acto presentado por Jesús Cintoracuando todavía presentaba Las Mañanas de Cuatro (hoy eliminadas de la pantalla por voluntad de Basile), y donde fuimos invitados Alberto Garzón (entonces en IU y sin ningún tipo de interés aparente en llevarse bien con Podemos), Borja Semper (ese regenerador del PP que hoy ya no se ve), Irene Lozano (que de aquella estaba en UpyD), Juan Carlos Monedero (Podemos),  y yo, que por entonces seguía militando en el PSOE y formaba parte de su sector crítico "Izquierda Socialista". 

Me acuerdo especialmente de aquella porque me resulta muy ilustrativa: hoy Alberto Garzón ha dinamitado Izquierda Unida, diluyéndola en Podemos; Monedero dejó su actividad en la formación morada; Borja Semper pasó a un plano de casi desaparición; Irene se presentó a unas primarias en su formación, saltó al PSOE para ir en las listas con Pedro Sánchez y después desapareció. Servidora se fue del PSOE tras comprobar que no había manera de conseguir que el partido se comportase de manera democrática, transparente ni asumiera los postulados de la izquierda republicana que decía ser y que jamás fue. Cintora fue defenestrado del programa que puso en órbita. Y esto es solamente una muestra de las vueltas que todo ha dado en tan sólo tres años. 

Mientras tanto, en todos estos foros, que fueron muchos, nunca había presencia de nadie de Ciudadanos. Jamás. Esa formación que nació diciendo no ser partido político (igual que decía Ada Colau antes de ser alcaldesa), no se dejaba ver jamás por lugares donde se debatía y se hablaba de tú a tú. Solamente estaban en tertulias televisivas, en entrevistas y reuniéndose con directivos de bancos y empresas del IBEX

Precisamente en 2014 el presidente del Banco SabadellJosep Oliu, dio una campanada. Era ese momento en que teníamos a Podemos en todas partes. Daba igual la cadena de televisión que pusieras; la radio que sintonizases; el diario que leyeras. Todo era Pablo. Todo era Tania. Todo era Monedero. Todo el rato. Por una cosa, por otra, por lo que fuera. Sobredosis tuvimos. Y en ese momento salió el titular "necesitamos un Podemos de derechas". 

Ya lo tenían, en realidad. Pues aquel "buen chico" tenía muchas ganas de meter cabeza y no sabía cómo. Y debió darse cuenta de que no tenía que ser muy complicado cuando consiguió hacerse con la dirección de Ciutatans en 2006 de la manera más rocambolesca: su nombre empezaba por A. Y como era el primero en la lista, se hizo jefe. Así de "regenerador fue el tema". 

Y como el muchacho se debió mostrar muy colaborador con todo lo que le proponían, su "plataforma" pasó a ser partido. Su presencia en los medios se amplificó. Y fue haciéndose vocero de las propuestas programáticas de un tal Aznar, que se las dejaba preparadas desde FAES. Ya tenía utilidad el mocito feliz. Lo mismo venía a regenerarte la democracia, que la socialdemocracia, que la derecha liberal. 

Fue así como el primero de la lista, no por mérito sino por alfabeto, llegó a posicionarse como chico de los recados del IBEX. Solamente tenía que encontrar perfiles "adorables", nueras y yernos perfectos, para hacer este jarabe más digerible. Y aquí le tienen hoy: el más dispuesto a regenerar el franquismo.