Las diferentes revoluciones industriales han transformado el mundo desde la primera que comenzó con la transformación económica, social y tecnológica que se inició en el Reino Unido y que luego pasó a Europa occidental y a la joven Estados Unidos de América terminando este proceso en torno a 1830.  

Casi 200 años de historia y más allá de matices y precisiones podemos decir que vivimos ahora en el tiempo de la cuarta revolución industrial que tiene como elementos básicos para su definición la inteligencia artificial por un lado, los procesos inmensos de acumulación (Big Data) y el uso de algoritmos para su proceso así como la interconexión masiva de sistemas y dispositivos digitales. es señalada como elemento central de esta transformación, íntimamente relacionada con la acumulación creciente de grandes cantidades de datos ("big data"), el uso de algoritmos para procesarlos, y la interconexión masiva de sistemas y dispositivos digitales. 

España y la Comunidad de Madrid han vivido sus propios procesos y revoluciones industriales. En ocasiones en forma de ausencia o retrasos importantes de los mismos.  

Al mirar hoy a la industria madrileña, para intentar hacer un ejercicio de largo plazo sobre la misma, hay elementos que surgen con fuerza. En primer lugar, el peso de la industria madrileña en su economía. La economía madrileña tiene el 85% de su fuerza económica en el sector servicios por un 11% en el sector industrial.  

Si miramos al empleo 294.000 trabajadores/as componen la industria madrileña, el 10% del empleo. Cifras casi idénticas a las que tiene Andalucía y justo la mitad del peso que tiene la industria en Cataluña.  

Si miramos el modelo industrial madrileño nos encontramos con que el 95% de las empresas industriales tienen menos de 10 trabajadores. De esas empresas el 61% de la industria está el grupo de baja tecnología y sólo un 4% están el grupo de Alta Tecnología. 

Junto a estas tres referencias del peso, el empleo y la modalidad industrial surgen dos urgentes preguntas; ¿estamos encarando bien desde la Comunidad de Madrid la política industrial? La otra pregunta es ¿si está la política industrial de la Comunidad de Madrid priorizando adecuadamente a la industria como eje fundamental del futuro de la región? 

Sobre esas dos reflexiones añadir que dos grandes y recientes retos y oportunidades para la industria madrileña. La primera es el Plan Integral de Política Industrial 2020 (PIN 2020) y por otro el Mecanismo para la Recuperación y la Resiliencia de la Unión Europea, los renombrados Fondos Europeos Next Generation, que es la mayor movilización de recursos públicos que ha tenido lugar en Europa toda su historia.  

Es evidente que la industria madrileña necesita un proceso de cierta revolución pasando en primer lugar por ocupar la primera línea de la política. La industria tiene que estar en el epicentro de las grandes decisiones que se tomen en los próximos meses. La industria madrileña debe formar parte de las mejores contribuciones que hagamos a la generación que hoy tiene entre 20 y 40 años y respondamos a las dos crisis que ha sufrido esa generación en modo de una propuesta de industria ambiciosa y fuerte.  

Tenemos que diversificar nuestra economía. De poco vale tener un sector servicios con mucha fuerza si nuestra dependencia del mismo es excesiva. Lo hemos visto en la pandemia como el brutal parón de la economía y la posterior recuperación cambia según el peso de tu economía y el peso de tu industria. Es evidente que la fotografía de la industria madrileña es la foto de una industria fuerte y con mucho recorrido. Es una foto de tejido empresarial madrileño de enorme valor, lo mismo que ocurre con su capital humano. En esa foto se ve que la política industrial necesita un fuerte empuje en forma de decisiones políticas que eleven el peso de la industria en la economía madrileña. En esa misma foto veo que hay espacio para que tenga lugar la mejor política. La de acuerdos amplios que trasciendan personas y legislaturas. Sobre ello vamos a pisar el acelerador los socialistas madrileños y esperamos encontrar espacio para acuerdos y también para situar la industria madrileña en el centro del debate político de nuestra región.