Fue conocerse la noticia de que Alberto irá como número cuatro en la lista de Madrid, y producirse una cascada de parabienes y felicitaciones. La más rápida fue Ana Botella, que apenas habían pasado cinco minutos de la noticia y ya estaba en el despacho del alcalde, abrazándolo efusivamente. Era tal el entusiasmo y alegría de Ana, que quiso hacerse fotografías en todos los rincones de la estancia, como testimonio gráfico de tan emotivo momento. Lo hizo en cada una de las ventanas, haciendo como que miraba distraída las cortinas; en el sillón del alcalde, en el sofá, sobre la alfombra, comprobando la luz que daban las lámparas e incluso, como recuerdo para los nietos, sujetando el bastón de mando frente a un espejo.

Pero sin duda, la más efusiva, sincera y cariñosa de las felicitaciones ha sido la de Esperanza Aguirre. La primera en atreverse a decir lo que la humildad de Alberto y la discreción de Mariano les impide, que quiere ser ministro, mejor dicho, que va a ser ministro. Luego añadió algunas cosas más a micrófono cerrado, que no pudimos entender muy bien, pero entre las que nos pareció entender que se acordaba de la importancia que ha tenido la madre de Gallardón en su carrera política, para acabar por sugerir que el mejor ministerio para un hombre tan cualificado era el de Asuntos Exteriores, “porque lleva tanto tiempo encerrado en Madrid que le iría muy bien irse a la…” y aquí hubo un fallo de megafonía y nos quedamos sin saber el lugar concreto al que se refería.

La verdad es que Alberto es un hombre tan cualificado que podría destacar en cualquier cartera. En Obras Públicas sería, como ya ha demostrado en Madrid, un magnífico gestor; en Economía que les voy a contar, nadie como él para acabar con el problema de la deuda en España; como Ministro de Defensa se iba a mover como pez en el agua por las calles de Bagdad o de Kabul, menos agujeradas que las del Madrid de sus mejores tiempos.

Y así podría seguir con la lista de posibles cargos ministeriales, pero no quiero aburrirles. La verdad es que no es sólo que no quiera aburrirles, sino que les confieso que hay algo más, una pequeña nube que se otea en la lejanía, pero que me preocupa pueda acabar con el sueño de esa España que empieza a amanecer. Dios no lo quiera (y ya saben que contamos con el apoyo pleno de sus representantes en la Tierra), pero ¿se han parado a pensar que los del Movimiento de Liberación del Pueblo Vasco anunciaran su fin antes de las elecciones, y que el malvado Rubalcaba recogiera inmerecidamente los frutos de semejante éxito? Pero mejor no pensemos en eso, yo sigo con el importante encargo del partido, seguir llenando la nevera de buen champán francés y alguna botella de cava, por si la mayoría no es absoluta.

https://twitter.com/#!/BorjaMariaZ