Hace tiempo que venimos escuchando la palabra “frentismo”, sobre todo cuando de informaciones sobre política se trata. En una de esas consultas que un usuario de Twitter (hoy X) hizo a la cuenta de la RAE en 2021, le respondieron que es una voz válida y que su incorporación al diccionario estaba pendiente de estudio. Asimismo, este mensaje definía el término diciendo que “es un derivado de “frente” para aludir, en política, a la creación de frentes o coaliciones de partidos”. Esta misma definición, con las mismas palabras y aludiendo a la misma fuente, el tuit del año 2021 es la que San Google, citando a su vez a la sacrosanta Inteligencia Artificial, es la que a fecha de hoy encuentro tecleando en mis pantallas. Y, por más que bucee, no hay más. En todo caso, una referencia al término “frontismo” que redirige al “frentismo” como forma menos usada para aludir al mismo concepto.
No sé que fue de los estudios de la Real Academia para incorporar esa voz a su diccionario, e ignoro también si seguirán dándole vueltas al asunto o ya le habrán dado carpetazo, pero lo bien cierto es que si los han desechado no será por falta de uso de la idea a la que alude, porque de eso nada. El frentismo, frontismo, enfrentamiento o como quiera que se llame, sigue ahí rigiendo nuestra vida política y expandiéndose a otros ámbitos. El imperio de “y tú más” por toda respuesta, aunque nadie se haya planteado -de momento- dar carta de naturaleza a la voz “ytumasisimo”, que me parece bastante expresiva.
Lo bien cierto es que lo vivimos cada día. En esta sociedad de la información donde la instantaneidad se ha convertido en un mandamiento de la información, asistimos aluviones de noticias que pretenden atribuir a quien sea actuaciones o palabras que se salen de lo que debiera ser una actuación correcta en el ámbito de que se trata, generalmente político. La información puede estar o no contrastada pero la respuesta suele ser parecida, venga del lado que venga. Se trata de salir a la palestra y, además de negar la mayor, recordar a propios y extraños que el contrario hizo algo peor, mucho peor. Faltaría más. Como si un hecho negativo se borrara por la existencia de un hecho aún más negativo, y eso suponiendo que ambos hechos sean ciertos, que no siempre es así.
Y no se conforman con eso. El siguiente paso es saber si el aludido o aludida cruza la pasarela que conduce a los juzgados, como si se tratara de un concursante de Operación Triunfo. Pero ahí empieza otra película.
SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (@gisb_sus)