Con la moción de censura que le ha llevado a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez dio un paso arriesgado a sabiendas de que el precio podía ser muy elevado. Como Julio César cruzó su propio Rubicón y obtuvo la victoria.

Los barones del PSOE, empezando por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y otros dirigentes territoriales, le ofrecieron lealtad y le felicitaron porque iba a inaugurar un tiempo nuevo, “y a devolver al país la dignidad y la decencia”. Se espera pronto la felicitación de Felipe González.

Este cierre de filas contrasta con la larga travesía del desierto que Sánchez pasó antes de recuperar la secretaría general del PSOE. Felipe González que le había apoyado, después de las elecciones generales de 2016 la cosa cambió. Dijo sentirse engañado porque Pedro Sánchez que le había asegurado un voto de abstención en la segunda investidura de Rajoy pero seguía defendiendo “el no es no”.

La vieja guardia se desató contra su secretario general. El presidente de Castilla la Mancha, Emiliano García Page, exigió que Sánchez se disculpara con González diciendo que él también se sentía engañado. Poco después, Felipe volvió a increpar a Sánchez: dijo de él que estaba más interesado en el partido que en el país y que no creía que fuera capaz de hablar más de media hora sobre sus propuestas para España.

Esta crítica se produjo después de la dimisión y posterior abandono de Sánchez de su escaño en el Congreso de los Diputados. Las críticas se sucedieron en el seno de la formación, siempre con la líder andaluza, Susana Díaz, como acostumbraba. En esa etapa, González comentó en la Cadena Ser que sería una locura “intentar gobernar con 85 diputados y con gente que quiere liquidar España y trocearla”.

 Atento Sánchez, hoy dicen que te quieren, pero ayer no lo decían

Ni que decir tiene que, durante las sesiones de la moción de censura a Rajoy, Ciudadanos ha recuperado esa antigua grabación y la ha hecho circular sin descanso por las redes sociales.

Aunque el pasado mes de febrero González y Sánchez almorzaron juntos, hubo otro tropezón. Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba y el presidente asturiano, Javier Fernández, declinaron su asistencia a la Escuela de Buen Gobierno que tiene como objeto la formación de líderes socialistas. Se sobrentendía que tal encuentro debía hacer notar la unidad interna del partido. Sí, acudió Javier Solana, pero para señalar “que no estaba contento con nuestro partido y vosotros tampoco lo estáis.”

La rápida sucesión de acontecimientos, sentencia Gürtel, reproche social al PP, moción de censura y victoria del PSOE en sede parlamentaria, han cambiado las tornas. Los detractores han cerrado filas apoyando al presidente y asegurando fidelidad. Es lo que tiene el triunfo. Pero, atento Sánchez, hoy dicen que te quieren, pero ayer no lo decían. No sea que se produzca un retorno al pasado.