Los altercados contra inmigrantes en Torre Pacheco han devuelto el foco al debate sobre el racismo y la xenofobia. Grupos radicales y de extrema derecha han aprovechado una agresión a un anciano en esta localidad murciana para esparcir su odio, su extremismo y su intolerancia. Así, hemos visto llamadas a sus servidores y fieles seguidores para una “cacería” de magrebíes, organizándose a través de las redes sociales y difundiendo mensajes ya no solo contra los inmigrantes, sino también contra los cuerpos policiales y contra el sistema democrático.

Y se trata de una llamada a una cacería de magrebíes que no es más que una llamada a atacar, apalear y golpear hasta la muerte a personas. Personas extranjeras que no son ni más ni menos que un español. Y sus vidas valen lo mismo que la de un español.

Estos radicales venden la defensa de España y de los españoles a través de vídeos manipulados, informaciones falsas y mensajes de odio, aprovechando un suceso aislado para su generalización y poder difundir sus mensajes. Pero no dicen odia al inmigrante, dicen defiéndete y defiende a España. Y con ello, lo que hacen es sembrar el miedo, el terror y el alarmismo.

De lo que se olvidan estos radicales es que la economía española necesita al sector inmigrante para mantenerse y crecer. La afiliación extranjera en el mercado laboral representa el 14% del total del sistema, rozando los tres millones de trabajadores. Además, seis de cada diez jóvenes extranjeros tutelados, mal llamados ‘menas’, están afiliados a la Seguridad Social.

También se alzan contra los violadores, pero solo los extranjeros, porque de los de la Manada se han olvidado -e incluso cuestionaron a la víctima-. Tampoco salen contra los hombres que matan a sus parejas. Ya van 22 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en 2025 y no hemos visto “cacerías” contra los machistas. Pero claro, a su juicio, la violencia de género es un invento de la izquierda y no una realidad que mata cada año a más de 40 mujeres en nuestro país.

La hipocresía de la ultraderecha y los sectores más radicales de la sociedad es evidente. Ya no solo con los casos mencionados, sino también si abordamos el tema de la delincuencia. ¿Qué diferencia un delito cometido por un español o por un extranjero? ¿No hay españoles que roban, trafican con drogas, se meten en peleas, apuñalan e, incluso, matan? ¿Por qué el problema está en los inmigrantes y no en el hecho delictivo en sí? Qué más da que te robe un magrebí, un español o un rumano. Lo que molesta es el robo, no la nacionalidad del delincuente. Igual que molesta que se tache a todos los inmigrantes de delincuentes, cuando la gran mayoría buscan en España o en Europa la oportunidad de labrarse un futuro, una vida, que no han podido tener en su país.

En este sentido, ¿se podría haber tachado a todos los españoles de etarras en las últimas décadas del siglo XX de auge de la banda terrorista? ¿Hubiera estado bien esa generalización para los españoles en el extranjero? Evidentemente, no. Por eso nunca se puede generalizar y juzgar a todos por lo que hagan uno pocos.

Y sí, a mí me representa más un magrebí que viene a España a intentar conseguir una vida mejor y aportar al tejido productivo que un neonazi que sale a la calle con un bate de béisbol y un pasamontañas para “defender” al país frente a los inmigrantes. Y ya me gustaría ver a muchos de estos ultras vivir las situaciones a las que se enfrentan en sus países las personas que vienen en patera con el único propósito de poder vivir.

Por todo esto, no hay que olvidar que todos somos diferentes, que podemos practicar la religión que queramos, así como los valores culturales, porque vivimos en un país democrático y aconfesional; pero ante todo, somos personas, y ni un blanco es más que un negro ni al revés, igual que un cristiano no es más que un musulmán. Y el valor que hay que seguir en todo momento es el respeto.

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