El Barça se hizo con la copa del Rey tras un partido soberbio en que quedó clara la supremacía de los blaugrana y su dominio del balón. En el Wanda Metropolitano destacó,  como una rúbrica, el gol de Iniesta en conexión con Messi, en lo que ha sido la última Copa del jugador de Albacete.

Ese triunfo indiscutible llevó a que el conflicto que muchos esperaban – y alentaban- por uno y otro lado, quedara relegado a las pitadas neutralizadas por los vítores y el actual canto del himno nacional de los aficionados del Sevilla. Se vieron esteladas y banderas españolas en las gradas  de unos y otros.

Jugadores excepcionales en un equipo cuyo mal de fondo fue la semilla del independentismo inducido, que en sus tiempos de gloria sembró  el hoy encausado por la Justicia Jordi Pujol i Soley, con el apoyo de su mujer, Marta Ferrusola. Esa actitud tiene hoy una presencia importante en su dirección, con el  presidente Josep María Bartomeu en cabeza, que se permitió incidir en la brecha que hoy se vive en Cataluña.

Alegó Bartomeu que los gritos de queja se producen en protesta “por determinadas actitudes contra el pueblo de Cataluña”, llamando la atención sobre la prolongada prisión provisional de  dirigentes políticos, incluyendo en el mismo saco  al expresidente del Barça  Sandro Rossell, quien está encausado por presunto blanqueo de dinero.

Cifuentes ocupada en la busca de su máster
En la tribuna, una vez más el rey  Felipe VI, que  afrontó con pocos apoyos una trifulca incómoda, deberá tomar buena nota.  Las ausencias fueron notables en el estadio del Atlético de Madrid. La presidenta de la Comunidad madrileña, Cristina Cifuentes, no acudió. Debía estar ocupada en la busca de su máster desaparecido. No hubo presidente catalán alguno, dada la caótica situación de la Generalitat.  La alcaldesa de Barcelona no estaba allí y la madrileña disculpó su asistencia por encontrarse de viaje en Costa Rica.

Sí le acompañaron la presidenta andaluza, Susana Díaz, y  el alcalde de Sevilla, Juan Espadas. Del Gobierno de España,  tres ministros. Los  de Cultura, Interior y Defensa. Rajoy envió a una parte de su plana mayor para arropar al monarca, pero él una vez más no tuvo la valentía de dar la cara.

En lo que se refiere al mundo del deporte, la presidencia de la Federación de Futbol está vacante tras la detención y suspensión de Ángel María Villar, sobre quien pende una acusación de corrupción por lo que tampoco estuvo representada.  Al Rey sí le arroparon el seleccionador nacional Julen Lopetegui y su entrañable y respetado Vicente del Bosque. Una orfandad, la del soberano, más evidente aún cuando al final de nuevo se escucharon pitos y protestas. Menos mal que el partido valió la pena.