A Pablo Casado, le atravesó un rayo de luz camino a Génova recién salido del vapuleo electoral. No llegó a caer de su caballo, pero lo vio todo claro de repente. Él, como líder del PP, representa ahora al centro derecha porque la formación de Albert Rivera – a la que ha calificado de hipócrita- es la socialdemocracia y Vox… Vox es la extrema derecha. “No somos intercambiables”, aseguró.

Imbuido de tan milagroso cambio, el presidente del PP quiso borrar de un plumazo sus palabras al cerrar la campaña.

Entonces, presentó ante los inminentes votantes un esquema de Gobierno con ministros también del partido de Santiago Abascal.Nada de eso existe ya. Apremiado por los “peores resultados” que se recuerdan en el partido que tanto mimó Manuel Fraga, que con tanta dedicación ha trabajado por llevarlo a la perdición José María Aznar, y forzado además por sus críticos, intenta reinventar la historia mentira sobre mentira.

No se le conocen modificaciones en su programa, ni proyectos moderados, sin más estrategia que estrujar a Ciudadanos. No. Repentinamente ha dejado de ser de derechas y ahora es un centrista convencido. Su actitud roza la desfachatez. Terrible error.

El PP es un partido acostumbrado a manejar dinero.

Santiago Abascal no ha tardado en replicar que Casado primero anunció que podría contar con ellos en un futuro Gobierno “y ahora nos insulta”. Y razón no le falta. Pero su situación no es fácil, porque a la debacle del 28 de abril, las voces internas de quienes ya avisaron que el camino era un error; voces moderadas y voces más contundentes.

A todo esto, hay que sumar algo crucial, la situación económica del PP: es un partido acostumbrado a manejar dinero, aunque todavía está por averiguar hasta qué punto era propio o ajeno. No olvidar que la UCO tiene abierta una investigación sobre la campaña que llevó a Rajoy Brey a la presidencia en 2011. El tufo no es agradable.

Se indaga sobre empresas instrumentales, pagos ocultos y falsas facturas, en una cantidad que apunta a los 2 millones de euros. Y, por esas presuntas malas costumbres, ahora el juez José de la Mata obliga al PP a abonar una fianza de 1,2 millones (IU les reclama otros 11) por la posible responsabilidad en la destrucción de los ordenadores de Bárcenas. Para rematar, sus ingresos quedan drásticamente recortados en función de la considerable pérdida de escaños.

Así las cosas, la situación actual que le ha llevado a abjurar de sus recientes amigos en apenas dos días puede tildarse de desesperada. Al noroeste, desde su feudo gallego, su correligionario Alberto Nuñez Feijóo observa atentamente, viéndolas venir.