¿Qué tiene el fútbol que arrastra multitudes, provoca lealtades y consigue que un país se eche a la calle con una sola voz, festejando que ha ganado su selección? Es un enigma que empieza en el momento en que de pequeños golpeamos por primera vez un balón y peleamos para alcanzar la portería esquivando al guardameta.

Este sábado el futbol nos ha emocionado otra vez, con la final de la Copa del Rey 2021 que ha enfrentado al Athletic de Bilbao con el ' en el estadio sevillano de la Cartuja. Dos semanas antes se había jugado el mismo torneo, pero correspondiente al año 2020, que no se llevó a cabo en su día a causa de la pandemia y donde la Real Sociedad se impuso sobre el Athletic de Bilbao, tenaz finalista de nuevo este año.

Emitido en abierto, este 17 de abril el partido paralizó el país y trastocó no pocos planes. Hasta el punto de que TV3 hizo cambios en su programación adelantando al viernes su programa estrella, Preguntes Freqüents, FAQS, ante la expectación generada en Cataluña.

Qué menos para una competición de tal calibre con el juego más popular del mundo al que siguen 4.000 millones de personas que, aunque demasiadas veces muestra la cara fea del racismo, propone también la posibilidad de hacer pedagogía en el sentido correcto. Recordemos a los futbolistas rodilla en tierra al inicio de cada partido, en el 2020, protestando por la muerte del ciudadano negro norteamericano George Floyd cuyo cuello aplastó con la rodilla el policía Dereck Chauvin hasta asfixiarlo.

En el libro, España 1900, A través de sus fotografías', una magnífica obra colectiva editada por Susaeta Ediciones, cuenta que el Barça ya ganó dos copas de España y tres copas de los Pirineos en 1910. Y, anoche, la Copa del Rey 2021. La última vez que el Barcelona y el  Athletic de Bilbao se enfrentaron en otra final de Copa fue el 30 de mayo de 2015 en el Camp Nou. Allí los azulgrana se impusieron por 1-3 y Messi marcó un gol antológico.

Tan universal es este juego que, en la sucursal de Dios en la tierra, el Vaticano, reside uno de los principales aficionados al balompié. El Papa Francisco es forofo del San Lorenzo de Almagro, un equipo que se inició en esa localidad argentina para pasar después a Buenos Aires.  Al Santo Padre se le deben algunas de las palabras más emotivas sobre el deporte rey. En 2019, ante cinco mil jóvenes jugadores y jugadoras, al reivindicar que “jugar te hace feliz porque expresas tu libertad, persigues un sueño sin ser necesariamente un campeón…” (…) permite dar lo mejor de uno mismo”. El fútbol -añadió- “es el deporte más bello del mundo”.

Ayer, el interés era notable porque los aficionados blaugranas están inquietos ante la incógnita sobre si Leo Messi continuará en el club y si esta puede haber sido una de sus últimas grandes competiciones. También contritos, porque después de una buena recuperación en la Liga, sufrieron el palo de un Real Madrid que se alzó con el triunfo, pero felices en todo caso por llegar a esta final de Copa. Aunque a algunos les haya causado quemazón que el trofeo lo entregara el Rey Felipe VI y que al carecer de público en las gradas los silbidos al monarca y al himno no se hicieron oír. Cosas de esta rara normalidad.