Siempre digo que un periodista no puede ser el centro de la noticia, pero Gabriel Rodríguez-Ramos, abogado de Alberto González Amador, novio de la presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso, no ceja en su empeño de ponernos en el centro de la diana. Y como todo en esta vida, hay un límite y este señor directamente se ha pasado el juego con su último escrito al Supremo en el que lanza acusaciones muy serias contra los profesionales de la prensa. Acusaciones como es el hecho de que trabajamos al dictado del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Pues no señor, eso no es así por mucho que su escrito trate de lanzar basura contra nosotros. Si le fastidia que hagamos nuestro trabajo solo le voy a decir una cosa: tiene un problema serio, pues no pensamos dejar de informar con rigurosidad y veracidad por mucho que eso le joda.

Y es que cree el ladrón que todos son de su condición. Qué duro debe ser ver que los medios que no pertenecen a lo que llamo el ‘Comando Sol’ no trabajamos al dictado de su poder, como sí hacen los suyos. Aun estoy atónita de lo que he leído en el escrito. Ahora, lector, voy a hablar de mí misma y mis artículos de opinión. Según el abogado del novio de Ayuso a mi me llaman desde la Fiscalía para decirme de qué escribir. Alma de cántaro. Señor letrado, le voy a explicar cómo si tuviera usted tres años el asunto, puesto que parece que no lo pilla. Aquí la que suscribe estas líneas lleva 18 años haciendo periodismo de tribunales y, mal que le pese a usted, consigue todos y cada uno de los papeles de este asunto (como del resto de causas) y, una vez leídos, decide de qué va a escribir.

Porque sí, caballero, yo decido mis temas de opinión. Es más, el día que intenten obligarme a firmar opinión en contra de mi criterio me iré por donde vine. Pero claro, deben estar ustedes acostumbrados a enviar mensajes de teléfono a los acólitos, y que éstos publiquen sin contrastar. Solo hay que recordar aquella tarde/noche el mensajito de su querido Miguel Ángel Rodríguez a sus periodistas de cabecera que no dudaron en salir con una trola del tamaño del Tribunal Supremo.

Mire, que me ha inspirado y todo su negligencia como letrado al mentir como un animal, ni más ni menos que ante el Supremo, al menos en lo que a mi persona y a mi trabajo se refiere. Pero que vamos, que estoy segura que el periodista de la Cadena Ser, Miguel Ángel Campos, al que conozco y sé perfectamente cómo trabaja, no creo que le costara suscribir este artículo. Dios mío, es que usted miente sin reparos a la vez que acusa de mentir al fiscal general en un alarde de bipolaridad jurídica pocas veces vista. Pero claro, que las pruebas contra García Ortiz no lleguen debe tener a su orgullo magullado. Pues como decía la gran Elizabeth Bennet en Orgullo y prejuicio: “Hubiera podido fácilmente perdonar su orgullo, si no hubiera sido porque se metió con el mío”.

La gravedad de sus acusaciones son tremendas. Pero es que además, confunde lo que es un gabinete de comunicación, que por si no lo sabe su labor es informar de aquello que le preguntan los medios; con lo que es una exclusiva, una interpretación de un auto o un informe y, sobre todo, un artículo de opinión. Mire, como soy una persona que asume que no todo el mundo sabe cómo funcionamos los periodistas, y qué narices, hoy es San Valentín y una tiene el corazoncito flojo, le propongo una cosa: el día que quiera nos tomamos un café, yo pago, y ya le hago un resumen rapidito de cómo va este negociado y así dejar de hacer el ridículo tan espantoso que ha hecho hoy. Vamos, hombre, sin rencores, que todos podemos meter la pata hasta el corvejón.