Todavía me estoy riendo de un vídeo que vi hace días. Patrocinaba el hashtag #YoMeOcupo y se titulaba “Los ayudadores”, título que hoy uso yo, aunque sin olvidar citar a Sporlight Argentina, madre de la criatura.

La verdad es que, pensándolo bien, me río por no llorar porque ¿Qué mujer no se ve identificada en algún momento con esta situación?

Me explico. Los ayudadores son esos hombres que, ante el agobio de sus mujeres, desbordadas entre la vida familiar y doméstica, utilizan la frase mágica: yo te ayudo. Y con eso parece estar todo hecho.

Ya hace tiempo que reivindicamos la corresponsabilidad, que los hombres no ayuden sino que colaboren, una diferencia verbal que parece una exquisitez pero contiene una carga de profundidad importante. La vieja frase “mi marido me ayuda mucho en casa” se va desterrando, pero sus raíces subsisten y se mantienen agarradas a nuestra sociedad.

Seguro que alguien piensa que exagero, que ya hay muchos hombres que comparten tareas. No seré yo quien lo niegue, pero mientras “muchos” no sean “todos” quedará camino por recorrer.

No se necesita ser Einstein para interpretar los botones de la lavadora o el horario escolar, desde luego

Veamos un ejemplo. Lo llamaré el “síndrome del pósit en la nevera”, porque las cosas con nombres rimbombantes parecen tener más importancia. Tal síndrome se da en casos en que las mujeres nos marchamos de viaje o pasamos días o noches fuera por cualquier motivo. ¿No es cierto que dejamos el frigorífico lleno de notas indicativas de las clases que cada día tienen nuestras criaturas, de instrucciones para poner la lavadora, del menú de cada día o todas ellas a un tiempo? Así, el ayudador en cuestión preparará lo necesario para ballet, judo, futbol, música o dibujo, no dejará la ropa coloreada de rojo o del tamaño de Barbie o no hará huevos fritos todos los días.

Pues bien, estoy segura que sabrían hacerlo sin el pósit. No se necesita ser Einstein para interpretar los botones de la lavadora o el horario escolar, desde luego.

No estoy inventando, aunque trate de poner humor al tema. Según las estadísticas, las mujeres se ocupan mayoritariamente de la organización de la intendencia doméstica, quedando los ayudadores -si ayudan- en meros ejecutores de órdenes ajenas. Pero, como quiera que ni la casa ni los hijos e hijas son solo cosa de mujeres, la cosa no tiene ningún sentido. Ni siquiera con la excusa de que nosotras queremos tenerlo todo bajo control.

Descontrolemos un poco, mujeres del mundo. Seguro que los ayudadores quieren ascender a colaboradores. Ya se sabe que un ascenso siempre es bienvenido. ¿O no?