El aceite vegetal de cocinar, ya sea de oliva o de girasol, es uno de los residuos domésticos más contaminantes si no se gestiona correctamente y acabo siendo vertido por el desagüe del fregadero.

Una vez vertido, el aceite no se disuelve en el agua ni pierde ninguna de sus características. Las cañerías lo conducirán a través del sistema de alcantarillado hasta las depuradoras urbanas, restándoles eficacia y multiplicando los residuos. Y si llega a alcanzar la naturaleza, crea una fina capa sobre la lámina de agua que impide el intercambio gaseoso y acaba atrofiando la vida en los ríos.

Sin embargo, si se recoge aparte y se recicla, ese residuo contaminante puede convertirse en un valioso recurso energético como carburante para el motor de los vehículos de explosión.

La recuperación de aceites vegetales para su transformación en combustible se inició en Austria en el año 1982. El Instituto de Química Orgánica de Graz empezó a desarrollar entonces una tecnología que doce años después, en 1994, permitió la producción industrial de un nuevo combustible: el biodiesel, elaborado a partir de aceite de cocina reciclado.

Este carburante alternativo es aplicable hoy en día a todo tipo de motores y no presenta ninguna merma de potencia respecto al uso del gasóleo. Es más, el análisis del funcionamiento de los motores impulsados con biodiesel, realizado mediante estudios comparativos, permite asegurar una igualdad de prestaciones respecto a otros carburantes, aportando incluso algunas mejoras en determinadas circunstancias.

La excelente respuesta de funcionamiento de este biocombustible ante condiciones de temperatura extremadamente bajas ha motivado por ejemplo que la mayoría de los vehículos de mantenimiento de las pistas de esquí austríacas funcionen ya con biodiesel de origen 100% vegetal en lugar de con gasóleo derivado del petróleo.

Actualmente en Portugal, un proyecto impulsado por la agencia metropolitana de transportes de Lisboa y el primer fabricante de biocarburantes en el país luso está demostrando que el uso del biodiesel puro, es decir sin mezclar con ningún otro tipo de combustible fósil, no solo es viable, sino que constituye una excelente alternativa para avanzar hacia una movilidad sostenible basada en la economía circular: convirtiendo un residuo en recurso.

Este proyecto, llamado “Movido a Biodiesel” está basado en el desarrollo y uso de un nuevo carburante: el B100 de la empresa Prio, elaborado al 100% con aceite reciclado procedente de aceites vegetales usados en la cocina. 

Las características del trazado viario de la capital lusa, con fuertes pendientes en las calles que conducen hacia algunos barrios, ha supuesto una auténtica prueba de resistencia para el uso del biodiesel puro como combustible de los autobuses urbanos, especialmente en horas punta cuando los vehículos circulan a plena carga. Sin embargo, no han presentado ningún tipo de problema, ofreciendo un rendimiento igual o incluso superior al de los que emplean gasóleo tradicional.

Hasta ahora se hallan en circulación una quincena de autobuses que emplean como único combustible el B100, pero ante el notable éxito demostrado la compañía de transportes Carris ha anunciado que lo extenderá al conjunto de su flota, mientras que la empresa suministradora ya está recibiendo peticiones para suministrar este biodiesel puro a otros clientes. Un ejemplo claro de la importancia de reciclar los residuos domésticos, incluido el aceite usado de freír.