El domingo fui a grabar un reportaje de una iniciativa solidaria maravillosa. Cuatro pediatras de Burjassot se han liado la manta a la cabeza y han hecho de elfas de Papá Noel para casi 300 familias de la zona 0. La cara de los peques al recibir los regalos no tenía precio, pero hablando con los papis que acudieron se me partió el alma. Cuando les preguntaba me decían: “Yo no celebraría la Navidad, no tengo ganas. Si lo hago es por ellos”, en referencia a sus hijos.
Además, mientras me decían algo tan duro, se les llenaban los ojos de lágrimas, y a mí también. Ahora, casi dos meses después, L’Horta y sus habitantes ya no salen en los informativos, pero sus vidas siguen arruinadas. La gente no está para villancicos cuando no tiene una casa donde cantarlos. Es horrible, pero el espíritu navideño este 2024 ha pasado de largo en la zona 0.
En este periódico les contamos en exclusiva el miedo que los niños sienten, y las aterradoras consecuencias sicológicas que muchos de ellos padecen. Pero escuchar de boca de una abuela que su nieta pregunta sistemáticamente si su casa, que no está en L’Horta, se va a inundar, te deja sin habla. El corazón se destroza al saber que un niño pequeño quiere dormir con sus padre todas las noches porque el terror le supera. Y la rabia se impone cuando ves a dos hermanos, ambos con autismo, absolutamente nerviosos, llevan así desde el 29 de octubre, mientras su madre fuerza una sonrisa que para nada es natural.
Realidad frente a la falsa normalidad
Aquí quien suscribe estas líneas, pese a ser republicana, ha defendido la actuación de los reyes Felipe VI y Letizia hasta ahora. Hasta ahora, pues ese mismo domingo se plantaban con sus hijas en varios pueblos afectados sin avisar a los alcaldes ni a la Delegación de Gobierno. ¿Y dónde fueron? Pues a las partes de los pueblos que ya están medianamente bien, escondiendo tanto a sus hijas como al resto de españoles la realidad en la que se sigue viviendo en la zona 0.
Lorena Sirvent, la alcaldesa de Catarroja fue muy crítica con sus majestades, y no es para menos. Sirvent, además de quejarse de que no les avisaron, dijo que acudieron a una zona “más operativa” del municipio con la intención de querer aparentar “una cierta normalidad, que no es real". La alcaldesa tiene toda la razón: nada en la zona 0 es normal. La mayor parte de los negocios siguen cerrados, el ejército sigue en las calles tratando de limpiar y el dolor es un vecino más. Cuando cae el sol y llega la noche, las calles se quedan vacías y la gente sigue caminando con la mirada perdida. Sinceramente, me fastidia mucho que hayan hecho eso, pues el resto de España ve esas imágenes y se cree que aquí estamos bien.
Así pues, lectores, quiero que sepan que en la zona afectada por la DANA, que ha dejado 223 fallecidos y miles de damnificados, seguimos llorando a nuestros muertos y tratando de salir adelante a fuerza de voluntad. Seguimos esperando las ayudas de la Generalitat que dirige en inepto político de Carlos Mazón y que llegan con cuentagotas y, por supuesto, seguimos pisando el barro casi dos meses después. Sirvan estas líneas para que todos sepan y no olviden una realidad demasiado dolorosa para los que somos o vivimos allí. Les deseo una feliz Navidad y como único deseo para el 2025 les pido que no se olviden de nosotros, pues nosotros nunca olvidaremos su solidaridad en nuestro peor momento.