Esta pasada semana, y con el lema “Alerta Roja. Hacemos Eventos” el mundo de la cultura, sus creadores, técnicos, profesionales y toda su industria, se han movilizado física y virtualmente. Al contrario de otras manifestaciones, en especial la delictiva de los negacionistas de la Pandemia en Plaza de Colón, las gentes de la cultura se han manifestado de forma ejemplar, cumpliendo con los protocolos de seguridad y dando una lección de compromiso, seriedad y rigor. Va a resultar que, estas personas, a las que se nos supone de “mal vivir”, somos más responsables y cívicos que los que andan todo el día envueltos o amortajando a otros con banderas.  Por todas las ciudades se han visto movilizaciones con las medidas de seguridad pertinentes para pedir apoyo al mundo del espectáculo, lanzando al aire su mensaje de seguridad y visibilidad que cientos de artistas reclaman a causa de las restricciones por la covid-19. Madrid, Sevilla, Barcelona, Málaga, Zaragoza, Valencia, Palma o Bilbao, y un largo etcétera, se han hecho eco de las necesidades de un  sector que supone una cifra elevada del PIB nacional, y que ha sido de las más empáticas e involucradas en mantener la salud mental y emocional de nuestra ciudadanía durante el confinamiento.

También las redes sociales han sido lugar de emplazamiento y difusión de esta acción reivindicativa con los hashtag  #AlertaRoja y #Hacemoseventos.  En las redes y en las ciudades se han significado actores, directores, cantantes, humoristas, músicos, escritores, y un amplio espectro de profesionales relacionados con el mundo de la cultura. Figuras como Alejandro Sanz, Clara Montes, Toni Zenet, Carmen Linares, Diana Navarro, Valderrama, Daniel Holguín, Joaquín Cortés, Jesús Cimarro, Pilar Boyero, Lolita,  y un larguísimo etcétera por todo el país.   El impulsor de la iniciativa de “Alerta roja” es M.U.T.E. (Movilización Unida de Trabajadore/as del Espectáculo) Ibérica, un movimiento “espontáneo”, como ellos mismos definen, que ha nacido con el propósito expreso de pedir al Gobierno central “una toma de medidas urgente para "regularizar y dignificar a los trabajadores del sector cultural". Todo apoyo es bienvenido, por eso animan a todo el mundo a aportar su granito de arena al movimiento, por pequeño que pueda parecer. Además, el movimiento “Alerta Roja” reclama una serie de medidas para el sector, como el establecimiento de ayudas directas a autónomos y empresas del sector que acrediten una disminución del volumen de ingresos superior al 50% en relación con el ejercicio anterior, y la aplicación del IVA reducido en los sectores vinculados a la Industria Cultural, del Espectáculo y Turismo de Congresos, Reuniones y Eventos, como medida dinamizadora de la actividad. También solicita medidas concretas para autónomos y empresas. En este último caso, piden una recuperación de los ERTE por fuerza mayor hasta que sea posible trabajar con el 100% de los aforos, y una reducción del tipo impositivo del Impuesto de Sociedades para los ejercicios 2020 y 2021. Por último, el movimiento insta al Gobierno a crear “de forma inmediata” “una mesa sectorial que defina las necesidades de este colectivo, afectado por la estacionalidad e intermitencia de la actividad”.

No puede ser que, mientras el sector de la cultura aplique las medidas de distanciamiento social de forma estricta y rigurosa, reduciendo los aforos y sus ingresos, medios de transporte como los trenes y los aviones, cuya regulación depende exclusivamente de las administraciones, sigan vendiendo la totalidad de sus plazas, metiendo en espacios reducidos durante horas a desconocidos en los vagones de tren o en las cabinas de los aviones, lo que supone un peligroso foco de contagios y transmisión del virus. Tampoco tiene sentido que medidas que debían haber sido aprobadas hace mucho, como una Ley nacional de mecenazgo, o el Estatuto del artista, sigan durmiendo el sueño de los justos y sin tramitarse,  para no dignificar el trabajo de miles de profesionales que engrandecen  nuestra sociedad cada día, y aportan talento, marca España y una cantidad significativa a nuestro PIB.  No es la primera vez que digo de palabra y por escrito, que este es un país donde no se quiere ni se respeta a los creadores. Lo demuestra  la falta de conciencia ciudadana, el desdén secular de las administraciones, las laxas sentencias de la jurisprudencia sobre delitos como el plagio, o las leyendas urbanas sobre sus integrantes. Lo cierto es que, una vez más, y mientras se lleva al límite a los creadores y las personas que trabajan en su sector, estos siguen demostrando ejemplaridad y compromiso con nuestra sociedad, incluso en los momentos más difíciles, como este. No es que sin cultura no haya futuro, es que tampoco habrá presente. Porque si mañana desaparecemos por este virus u otro peor, o por alguna otra catástrofe, los vestigios que quedarán de nosotros como civilización y como especie serán, precisamente, los que este sector maltratado deje como testimonio: esculturas, monumentos, cuadros, edificios, canciones, películas, textos…Ya es hora de que esa realidad sea tratada con dignidad y respeto, y no como frase o eslogan vacío por los políticos. Menos fotos, y más realidades, ya.