No voy a decirle, don Francisco Beca, mi general, que usted y todos los demás monaguillos que ofician en las misas negras del rencor son menos fiables que las alcayatas compradas en los chinos. Porque sería verdad y la verdad, ya sabe, ofende, y yo no pretendo ofenderle a usted, mi general, que uno respeta esas medallas menopáusicas que tintinean recién planchaditas en su uniforme de Tirano Banderas, el milico, como usted bien ignora, de Valle-Inclán. Porque usted, y hace muy bien, no lee literatura, ese pasatiempo para mindundis soñadores que estarían mejor colgados de una nube y con la lengua fuera en vez de andar cobrando el paro.

Usted es un señor como Dios manda. Un señor de orden. Un señor que no pierde el tiempo con fábulas. Un señor que desayuna carajillo con torreznos y un chorrito de arribaspaña mientras lee los sermones del premio Nobel de la Paz don Francisco Franco y los panfletos de Pío Moa, a quien injustamente ningunean los historiadores rigurosos, esos cretinos que solo sirven a la verdad y no a la propaganda. Y a los que usted y otros redentores deberían ir pensando en acallar con un piadoso tiro en la boca. Y sin miedo, eh, que los jueces de la Audiencia Nacional condenan a raperos como Pablo Hasél, que solo canta, pero no a los patriotas que salvan España a tiros. Y aceite de ricino como a las mujeres de Vallecas en el 36, mucho aceite de ricino a quien sostenga con pruebas irrefutables, como ya hiciera el profesor universitario Espinosa Maestre, que Pío Moa es a la historiografía lo que la homeopatía a la medicina: un camelo.

Que España es un sindiós, mi general, y el único modo de meter en vereda a este país es podarlo antes de que lleguen las heladas para que, en primavera, retoñe cara al sol y al paso alegre de la paz. De manera que hace usted muy bien no solo en mandarle una carta a Felipe VI advirtiéndole del peligro que corremos con este Gobierno que pretende craquelar España —por si el monarca está de risas telefónicas y campechanas con Emiratos Árabes Unidos—, sino que hace usted muy bien en purgar a 26 millones de españoles, todos más rojos que un Ferrari.

Bueno, mi general, usted, que es mucho más elegante que yo, no escribió exactamente “españoles”, pues españoles, lo que se dice españoles de verdad solo lo son usted, los militares como usted, los poetas sociales de Vox y la sopa de ajo, nuestra garrida y patrimonial sopa de ajo, que ya ingurgitaba el Cid, según ha demostrado aristotélicamente Pío Moa, antes de entrar en combate contra la morisma.

Pero le estaba diciendo, mi general, que usted no escribió “españoles”. Hace unos días, usted escribió literalmente, en un chat de bricolaje franquista en el que participaban otros militares de zoológico, que para salvar España no quedaba más remedio “que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta”. Y tuvo éxito, mi general. Su frase la bendijo con un ¡viva España! el mismísimo papa negro de Vox.

Por mi parte, le aplaudo tanto la idea, pues así acabamos con el paro, como le elogio la precisión lingüística. Una precisión, mi general, que ya querríamos los periodistas, porque, con tantas mentiras verdaderas como estamos contando sobre el chiringuito pandémico y Zendal de Ayuso, no cuidamos el lenguaje. De modo que sí, hijos de puta, no españoles. Ese es el término cabal. Hijos de puta. Ni Cayetana Álvarez de Toledo habría sido tan puntillosa y puntillista. A ver si Santiago Abascal le va buscando a usted un sillón en la Academia, a ser posible entre los señores Vargas Preysler y Pérez Reverte.

Yo creo, don Francisco, que su idea de exterminar a más de la mitad del país — usted es general de división, aunque debería serlo también de resta— tropieza con un escollo logístico. ¿De dónde van a salir 26 millones de balas? Una posible solución sería extraerlas de los cuerpos que yacen en las cunetas y volverlas a emplear. No son suficientes, que hay mucho rojo suelto, ya lo sé, pero 114.000 proyectiles menos que fabricar no es una cifra desdeñable. Piénselo, mi general. Y, mientras lo hace, guárdese de la Fiscalía, que a veces incluso actúa contra patriotas como usted.