Estaba molesto, dicen, porque nadie contó con él en el acto celebrado en el Congreso de los Diputados para conmemorar el 40 aniversario de las primeras elecciones generales, y lo hizo saber. Así que por esa razón, comentan, la celebración del 80 aniversario de Don Juan Carlos fue narrado  a bombo y platillo por el corifeo mediático habitual.

Puso la guinda su hijo, el actual soberano Felipe VI, cuando lo homenajeó durante los actos de la Pascua Militar de este año, apoyado en los tres ejércitos y con la entusiasta aportación de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, quien fue más allá del buen gusto y del sentido común, dejando caer la alusión de turno a Cataluña y la inequívoca actitud castrense.

Visto desde fuera tanto elogio puede resultar, anacrónico y hasta algo casposo.

Los Borbones reinan en España con su Corte de beneficiarios desde el 1700, año en que tras una dura guerra de Sucesión, Felipe V llegó al trono para liquidar a los liberales. La perpetuación de la estirpe borbónica y la de sus adláteres hizo mantenerse a los descendientes en el trono contra viento y marea, generación tras generación. Su historia fue siempre turbulenta, compleja y  con la inestabilidad como compañera fiel.

Juan Carlos I, que jugó un papel eficaz en momentos duros de la transición, supone la restauración de la monarquía en España, a iniciativa del Generalísimo. Ratificada por la Constitución, donde fue introducida a última hora, se obviaron los procedimientos de elección que sí se realizaron en otros países europeos décadas atrás.

Desgraciadamente, algunas conductas del Rey emérito en su etapa en activo, no fueron precisamente edificantes. Abdicó, obligado por ello, en su hijo quien es por tanto nuestro Jefe de Estado por pura genética. Pero ¿debe ser la biología la que decida la forma del Gobierno de un país? 

Creo que una vez que arreglemos con buena voluntad el tema de Cataluña, habría que tratar de ver, quizás en el marco de la reforma constitucional o quizás por separado, el futuro de la monarquía. Si no es así, siempre habrá quien haga buenas las coplas republicanas que popularizaron el poema de García Lorca,  "si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro: rey de oros, rey de copas, rey de espadas y el de bastos. ¿Y por qué no se monta una consulta constitucional para que todos los ciudadanos  digan si quieren, o no, que la monarquía continúe?