Slow world es un proyecto experimental de la artista Rosalía Banet, acompañada del sustento teórico de  con el acompañamiento teórico de la gestora cultural Nekane Aramburu, que explora la nutrición de los humanos y la industria alimenticia, los cambios que han producido los sistemas productivos en las cartografías y las consecuencias, a corto y medio plazo, de todo ello.

La hipótesis de partida es muy concreta: Slow world hace alusión a los recursos finitos, el exceso de consumo, la comida procesada, la explotación animal, los experimentos transgénicos y en animales, la agricultura intensiva, los envasados plastificados y la huella ecológica de los transportes de alimentos, entre otros problemas de insostenibilidad medioambiental vinculados a la necesidad de nutrición mundial.

En los años ochenta, el movimiento Slow food comenzó una corriente que planteaba alternativas a la fast food (comida rápida), a raíz de una primera protesta sobre la apertura en Roma de un McDonald’s. La idea era impulsar hábitos alimenticios con el lema  “bueno, limpio y justo”, promoviendo otra manera consciente de nutrirse.

Ahora, hasta el 28 de julio se puede visitar, en la Fundación Giménez Lorente de la Universitat Politècnica de València, una muestra que analiza mapeos que reflejan la situación a la que se ha llegado mundialmente. Se incide en la relación de los humanos y los animales no humanos con la tierra a través de la alimentación, se cuestiona el sistema alimentario actual y se visibiliza opciones de nuevos circuitos.

Entre las obras presentadas en la exposición se encuentra la pieza Mapamundi desollado, de hueso, como una representación de la finitud del planeta y sus recursos.