En el mercado negro se pagan hasta 400.000 euros por un gorila, y unos 70.000 por un chimpacé. Lo han revelado, en un encuentro en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, la directora adjunta del Instituto Jane Goodall, Laia Dotras; la directora del Centro Darwin, Montserrat Ubach; la directora de la Fundació MONA, Olga Feliu; y la directora técnica del santuario Rainfer de Madrid, Marta Bustelo, y han advertido de que el comercio ilegal de primates está creciendo en todo el mundo, en especial en China.

Este dramático auge se debe, según las profesionales, a que los primates se consideran un bien de prestigio, y su destino son tanto los zoológicos como las casas particulares, donde sirven de mascotas, y hasta los espectáculos. Los tres ámbitos tienen en común resultar perjudiciales para la salud de estos animales, dado que se los entrena a base de castigos y en actividades que poco o nada tienen que ver con su naturaleza. Tampoco el traslado a estos emplazamientos es mínimamente saludable: suelen viajar en cajas pequeñas y pierden la vida con muchísima frecuencia: según Dotras, llega vivo uno de cada diez, a menudo con papeles falsos y drogado.

Ubach recordó que el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) legaliza que un primate sea de la propiedad de aquel bajo cuya tutela nace, aunque sus progenitores se hayan adquirido de forma ilícita. Por ello, reivindicó una proposición no de ley aprobada por todos los grupos del Congreso en julio de 2017 que prohíbe explícitamente “la tenencia particular de primates y solo se lo permite a zoos y centros de rescate”.