Nuestra forma de escribir y expresarnos nos delata. Y mucho. A los secuestradores de Anabel Segura los descubrieron su acento y sus expresiones. En el asesinato de Diana Quer, hubo que seguir la pista de un supuesto correo electrónico que podría haber enviado la joven. La lingüística también fue determinante en los famosos casos de ‘Unabomber’, la muerte de Helena Jubany y hasta del mismísimo ‘Destripador de Yorkshire’.

La detective Sheila Queralt, doctora en Ciencias del Lenguaje, directora del Laboratorio SQ-Lingüistas Forenses, docente y perito judicial en Lingüística Forense, habla de cincuenta famosos casos como estos en Atrapados por la lengua (Larousse). Casos en los que el análisis lingüístico ha resultado esencial para determinar los implicados en delitos de corrupción, ciberseguridad, narcotráfico, homicidios, terrorismo...

Textos escritos a mano, voces, expresiones e incluso cuentas en las redes sociales pueden resultar definitivos. La labor de estos profesionales también resulta fundamental en la resolución de algunos casos judiciales, pero también son claves para analizar ambigüedades en contratos laborales o cláusulas de un seguro.