Su apellido lo precede, y como a los de su saga legendaria, también lo atrae la idea de narrar y encarnar historias como actor (Celda 211, La zona), guionista (Bestiario) o escritor (Muertes ejemplares, mención especial del Jurado en el Premio Nadal 1999, o Alacrán enamorado). En su último libro, Mongo blanco (Plaza & Janés), le sale la vena de licenciado en Historia que también es, y retrata en sus 600 trepidantes páginas la figura de un esclavista español del siglo XIX. Protagoniza Diarios de la cuarentena, la nueva sitcom de RTVE inspirada en esta época del confinamiento.

¿Cómo lleva el confinamiento? Bien, en general bien. Y me ayuda mucho saber que cuidándome cuido a los demás. Creo que este cataclismo dejará mucho dolor pero también enseñanzas. Y una muy importante es que somos parte de un cuerpo social y que nuestras acciones influyen directamente en la vida de muchas otras personas. Creo que pensar esto ayuda a soportar el confinamiento. 

¿Qué hábitos conserva de los que tenía, y cuáles nuevos ha adquirido? Bueno, soy actor y escritor, así que mis rutinas varían mucho en función de si estoy filmando o no. No tengo un trabajo con horarios invariables. Me gusta hacer deporte. Antes lo hacia fuera y ahora lo hago en casa. Pero me entretengo con lo mismo: libros, películas, series. Quizás sí identifico mejor lo nuevo: cierto orden, tareas que me impongo, destilar una pausa que en condiciones normales no tendría, y que estoy aprendiendo a disfrutar. ¡Ah, y mi mujer me ha iniciado en el yoga más básico! Me gusta, conservaré este hábito cuando todo pase. 

¿Se pasa el día en pijama? No. Me visto cómodo pero procuro arreglarme, por mi pareja y por mí mismo. En condiciones normales no me cambio tanto de ropa. Lo siento como otro acto contra la rutina. Como un signo de “moral alta”. 

¿Cuántos rollos de papel higiénico tiene en casa? (Risas) ¡Ni idea, suficientes! No me parece un asunto prioritario. 

"Todo lo que necesitamos saber del ser humano está en Tolstoi, Dostoyevski, Flaubert o Stendhal".

Recomiéndenos un libro, una peli y una canción para pasar este mal trago. Estamos en cuarentena, y si no nos dejamos arrastrar a un programa de actividades agotador, tiempo para meterle mano a una de esas grandes novelas rusas o francesas del XIX. Todo lo que necesitamos saber del ser humano está en Tolstoi, Dostoyevski, Flaubert o Stendhal. Incluso iría más allá, una cuarentena es el tiempo ideal para sumergirnos en la novela que anticipa todo lo posterior, en un libro al que mucha gente asocia con tarea escolar, obligación y aburrimiento y que, por contra, es de lo más divertido que se puede leer en la vida: Don Quijote de la Mancha. Animo a acercarse a él sin miedo ni prejuicios. Lo disfrutarán. Una peli evidente sería Parásitos, de Bong Joon-ho es magnífica; y otra, Adiós, de Paco Cabezas. ¿Canciones? Cualquier bossa nova buena. Cerrar los ojos y viajar. 

“Esta peste nos enseña lo poco que valemos sin los demás”

Una cosa que haya aprendido de todo esto… Hacer de un tiempo muerto un tiempo fértil. Espero. 

Y una cosa que haya desaprendido… Ser egoísta. Individualista. Espero. Esta peste nos enseña lo poco que valemos sin los demás. 

¿Cómo saldrá la Cultura de esta? Enlaza con la respuesta anterior. La Cultura como industria saldrá muy perjudicada. No parece ser un tema prioritario para nadie. Por desgracia, aquí caló el mantra de esa derecha que odia la Cultura de que ésta significa un gasto, cuando es la mejor inversión en el desarrollo de un pueblo. El desempleo y la precariedad crecerá en un sector ya azotado por la estacionalidad y el paro. Hará falta, como con otros sectores, intervención y ayudas públicas. La Cultura, en sentido más general, tendrá que explicar, reflexionar y crear sobre un mundo que ya nunca será igual. Y no necesariamente peor. El COVID-19 está resultando ser el desenmascarado del neoliberalismo salvaje, el torpedo en la línea de flotación del capitalismo más feroz y especulativo. Creo que la gente se está dando cuenta de lo que significaban aquellos gritos de “los recortes matan”. Sí, los recortes matan, la corrupción mata, el individualismo sin límites mata. Y ha bastado un virus para que se le vean las costuras a este sistema. Para mostrarnos el valor de lo público, de lo comunitario. Que solos no somos nada. La cultura tendrá que explicar un mundo nuevo.