La pandemia también se ha precipitado sobre África. Con menos intensidad que en Europa, pero, aun así, con más de 37.000 contagiados por COVID-19. ANESVAD, especializada en enfermedades tropicales desatendidas, ha lanzado la campaña MENOS VIRUS. MÁS SANIDAD para mantenerse activa en el continente vecino ante la amenaza de que el coronavirus se haga más fuerte, pero también para reivindicar un sistema sanitario con más recursos en nuestro país. Hablamos con Íñigo Lasa, Director General de la ONGD.
¿En qué consiste la campaña? Somos una organización con más de 50 años enfocada a fortalecer el derecho a la salud, y en particular a la salud pública. Cuando estalló esta crisis sanitaria, hablamos con dos instituciones públicas, el Gobierno de España y el Vasco, y ambas nos informaron de las dificultades que estaban teniendo para conseguir material sanitario, sobre todo no perecedero, y en especial respiradores. Las dos habían abierto un mecanismo para recibir donaciones, que no existe en todas las Comunidades Autónomas. Y nuestro patronato, tras hacer las valoraciones necesarias, decidió invertir un millón de euros para el Gobierno Vasco de salud, y otro millón por medio de Hacienda, encargada de gestionar las donaciones para el Ministerio de Sanidad. Nosotros defendemos la sanidad pública, de ahí que hayamos apoyado a quien puede garantizarla. Con esta intervención nacional y los preparativos de nuestra intervención en África, y al encontrarnos con esta situación que toca de lleno con las misiones de nuestra organización, decidimos lanzar esta campaña para informar a la sociedad en general y a nuestros socios en particular de cómo está reaccionando ANESVAD a la crisis del coronavirus.
Comentaba las dificultades que han tenido nuestros gobiernos en el mercado sanitario internacional, que han dificultado el desarrollo de la infraestructura que puede garantizar la sanidad pública y universal. Nosotros conocemos los entornos y materiales relacionados con las enfermedades tropicales desatendidas, que son las que tratamos. Pero lo que creo que se ha visto es una cuestión de oferta y demanda. Cuando hay una demanda brutal, no hay material para todos y se producen las guerras de precios, y estas situaciones en que algunos países bloquean el envío de material sanitario a otros. También por ello tantos gobiernos han tenido que ponerse a fabricar materiales, como ha hecho el español a través de la empresa SEAT, lo que permite además abaratar costes. Y aquí se plantea la necesidad de garantizar unos estándares de calidad, en torno a los que ha habido cierta polémica. Nosotros hemos solicitado en estas compras que todo fuese material homologado, pensando también que pueda hacer su labor en los países africanos que más lo necesiten.
Es difícil planificar una estrategia de salud para una pandemia de dimensiones insólitas, como la que vivimos. Pero sí se puede valorar lo que se tiene y estar alerta de lo que supone realizar recortes en materia sanitaria. Es evidente que la enfermedad no afecta a todos por igual y entiende de desigualdad: hay barrios de Barcelona donde el virus ha afectado siete veces más que en otros de renta más alta.
"El virus no está afectando de la misma manera porque las variables que caracterizan a la sociedad africana son diferentes a las europeas, y hacen que las medidas no deban ser las mismas, aunque en muchos casos se hayan adoptado igualmente"
¿Cómo está afectando el coronavirus en África? Está afectando de manera muy diferente a Europa. La preocupación es que, si el virus se dispara como aquí, la situación podría ser muy complicada porque la salud pública es allí más débil que la nuestra. Por tanto, lo que hay es un gran nivel de alerta, incluso en países donantes. Pero respecto a casos diagnosticados, ahora mismo no hay ningún país que esté sufriendo el mismo impacto que los europeos: el país más afectado en este sentido es Sudáfrica, aunque también es donde se están haciendo más tests. También en cuanto a las medias hay diferencias: hay países con un bloqueo similar al español, otros que han estado un par de semanas confinados y ya se han abierto (Ghana, por ejemplo), y otros que ni siquiera han mantenido un confinamiento fuerte como el nuestro. En los países del Magreb sí parece que el virus tiene mayor incidencia, mientras África del Oeste está menos afectada. Togo empezó con tres o cuatro casos diagnosticados y, un mes después, tiene menos de cien. Por otro lado, el virus no está afectando de la misma manera porque las variables que caracterizan a la sociedad africana son diferentes a las europeas, y hacen que las medidas no deban ser las mismas aunque en muchos casos se hayan adoptado igualmente, posiblemente más por imagen que por su eficacia. En ciertas zonas de África el confinamiento es una quimera: en Lagos o en los suburbios de Nigeria, si confinas a la gente lo único que haces es matarla de hambre, porque no pueden salir a vender a su puesto del mercado.
¿Cuáles son esas variables propias de los países africanos que mencionaba y hacen que el coronavirus pueda afectarlos de manera distinta? Para empezar, la esperanza de vida de la población es mucho más baja, en casi ningún país es superior a los 60 años: en Costa de Marfil es 57, en Benín es 61… Seguramente por eso, la mortalidad es también menor, porque el coronavirus es más letal en las personas mayores. Además, tampoco existen las residencias de mayores u otros espacios que aquí han resultado tremendos focos de contagio. También hace mucho más calor, y eso quizá afecte a la supervivencia del virus, aunque todavía no he leído ningún informe científico que pueda determinar si el calor significa que el virus se propagará en mayor o menor medida. Además, hay que tener en cuenta que estos países ya han vivido epidemias como el ébola, y de alguna manera, de manera psicológica y práctica, la población puede estar mejor preparada.
Y salta a la vista que, en general, las necesidades de la sanidad pública en África son más acuciantes que las de aquí. Hace poco, The New York Times publicó un reportaje sobre la cantidad de respiradores que tienen los países africanos: había media docena que no tenía ni uno y varios tenían menos de diez (en muchos de ellos trabajamos desde ANESVAD). Pero, más allá de los números, hay que analizar lo realmente es necesario en estos países. Es un continente con muchos países muy distintos entre sí, y por supuesto de Europa. Lo que puede ser conveniente aquí puede ser desaconsejable allí. Además, se ha debatido muy poco en España, y algo más en otros países y, últimamente, a raíz de informes como los de Oxfam, sobre lo que pueden implicar medidas universales: el impacto de haber cerrado las cadenas alimenticias puede resultar dramático, un auténtico retroceso en la lucha contra la desnutrición. Se puede provocar una situación de hambruna en los próximos meses absolutamente terrible. Creo que Europa debería haberlo tenido en cuenta, si bien entiendo que la situación actual desborda cualquier precedente, hemos vivido un fenómeno horrible que ha avanzado muy rápido ante unas sociedades nacionales que necesitaban soluciones inmediatas a sus propios problemas sanitarios.
"Erradicar el COVID-19 completamente, esto es, que no haya ningún caso en el mundo va a ser muy difícil: solo hay una enfermedad erradicada, y es la viruela"
Sobre todo pueden sufrir países muy dependientes de la ayuda internacional, ¿no? Exacto. Por ejemplo, Etiopía, que es el país que más cooperación internacional percibe.
La higiene es una medida de prevención que se nos está marcando como esencial para combatir el coronavirus. Supongo que el complicado acceso al agua perjudica a algunas zonas de África. Es curioso que aquí estemos aprendiendo a lavarnos las manos ahora, mientras que en África llevan generaciones con la tonadilla de que tiene que hacerlo, porque la falta de higiene implica arriesgarse a sufrir enfermedades diarreicas agudas y otros virus. Pero sí, nuestro enfoque en África del Oeste, a partir de ahora, va a ir muy vinculado a la sensibilización del agua y el saneamiento. Es más prioritario que nunca, aunque, como digo, allí es el pan de cada día, no solo para prevenir el coronavirus sino otra veintena de enfermedades.
¿Cómo puede afectar el coronavirus a las personas con patologías previas que se registran más en países africanos? Esa es otra vía de investigación. Se está tratando de hallar la relación entre alguien con SIDA o tuberculosis y el coronavirus.
"El coronavirus nos está enfrentando a dilemas en torno a la salud pública que no nos habíamos planteado hasta ahora, sobre nuestras libertades y salud"
¿Ha llegado el coronavirus para quedarse, tal vez de manera estacional? Sí da esa sensación. Erradicar el COVID-19 completamente, esto es, que no haya ningún caso en el mundo, va a ser muy difícil: solo hay una enfermedad erradicada, y es la viruela. Por eso es importante que exista un sistema sanitario público fuerte, no solo para atender a pacientes de coronavirus sino a gente que tenga otras patologías y no debe quedar desatendida ante la prioridad de éste. El coronavirus nos está enfrentando a dilemas en torno a la salud pública que no nos habíamos planteado hasta ahora, sobre nuestras libertades y nuestra salud. Por ejemplo, hay muchísimo debate en torno a cuándo levantar el confinamiento sin tener todavía vacuna ni tratamiento definitivo. También el papel de la ciencia está en primera línea de nuestro interés, como no lo estaba desde hacía mucho tiempo.
Se plantea el debate libertad vs salud pública. Son temas éticos muy complejos. Es curioso que en Estados Unidos se relacione con un pensamiento más de derechas anteponer la economía a la salud pública, pero en otros países se considera un pensamiento de izquierdas, porque se razona que un confinamiento muy estricto puede matar a la gente. Poner estos temas sobre la mesa es complejo pero debe hacerse. Yo creo que la clave es el bien común y las vidas humanas, asumir qué libertades individuales tienen que estar supeditadas a esos fines. Pero es una reflexión que tiene que hacer cada sociedad, en cada una se defenderán unos valores y aceptará hasta dónde están dispuestos a transigir los ciudadanos. No es lo mismo Alemania que Somalia. En España, la mayoría de la gente ha estado de acuerdo con las medidas de confinamiento, ha aceptado sacrificar su libertad en beneficio del bien común. Incluso en Alemania y Estados Unidos, donde se han registrado manifestaciones, se han sorprendido de cómo lo hemos asumido, muy tranquilamente. Supongo que, a la vista de esa popularidad, la medida y el procedimiento son acertados. Pero eso no quiere decir que no nos queden muchas reflexiones por delante.