Donald Trump ya ha puesto en marcha su prometido desmantelamiento de muchas de las medidas de Obama. Y entre ellas, hay varias que afectan a la energía y el medio ambiente: por ejemplo, el nuevo presidente estadounidense tiene previsto poner en el oleoducto Dakota Access y marcha el gaseoducto Keystone XL, que fueron paralizados por el gobierno de Obama, asesorado por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, por precaución medioambiental y de respeto a comunidades indígenas.
Las órdenes ejecutivas para reactivar las obras las firmó el pasado martes, afirmando al mismo tiempo que durante su mandato tiene previsto instalar varios oleoductos en Estados Unidos, que, asegura, supondrá la creación de 28.000 empleos en la construcción.
El oleoducto de Dakota lo proyectó inicialmente una subsidiaria de la tejana Energy Transfer Partners, aspirando a tener capacidad para transportar hasta 470.000 barriles de petróleo desde Dakota del Norte hasta un punto de embarque en Illionois. Se ubica bajo el lago Oahe, en Dakota del Norte. El principal motivo por el que Obama paralizó su construcción fue el asentamiento de la tribu nativa Sioux, cuyo suministro de agua potable hacía peligrar el proyecto.
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