Se cuentan por miles las personas que duermen al raso en Oaxaca o Chiapas, por miedo a nuevos temblores o porque su casa y sus posesiones han quedado dañadas. México sufrió el pasado jueves el peor terremoto de su historia, de 8,2 de magnitud. La cifra de fallecidos se elevó el sábado de 65 a 90, después de que se informara de que se habían registrado 71 decesos en el estado sureño de Oaxaca. Aquí, el municipio de Juchitán, que tiene 100.000 habitantes, se ha llevado la peor parte de esta catástrofe, con 37 muertos, aunque el epicentro del seísmo ocurrió a una profundidad de 58 kilómetros en las cercanías de Pijijiapan (Chiapas).
La psicosis colectiva por las réplicas no cesa, pues entre el momento en el que el tremendo seísmo sacudió el país y el sábado por la mañana se registraron 904, la mayor con la nada desdeñable magnitud de 6,1, según informaciones del Servicio Sismológico Nacional.
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