Mudd presentó el plan que él y otros habían ideado para abordar el problema de la obesidad. Básicamente la idea era conseguir que los ejecutivos reconocieran alguna culpabilidad. Era un primer paso importante, lo sabía, por lo que su plan empezaba con un pequeño pero crucial movimiento: la industria debe utilizar la experiencia de los científicos —la suya propia y la de otros— para adquirir una comprensión más profunda de lo que conducía a los estadounidenses a comer en exceso.
Una vez que esto se lograse, el esfuerzo podría desarrollarse en varios frentes.
Para estar seguros, habría que reconocer el papel que los alimentos y bebidas envasados juegan en el consumo excesivo.
Tendrían que dar marcha atrás en el uso de la sal, el azúcar y la grasa, tal vez mediante la imposición de límites en toda la industria. Pero no era sólo una cuestión de estos tres ingredientes; los esquemas que se utilizan para anunciar y comercializar sus productos eran críticos, también. Mudd propuso la creación de un "código para explicar los aspectos nutricionales de la comercialización de alimentos, especialmente a los niños.""Estamos hablando de que la industria debe hacer un esfuerzo sincero para ser parte de la solución", concluyó Mudd. "Y que al hacerlo, podemos ayudar a desactivar las críticas que se están construyendo en contra de nosotros."