Nuevo episodio en nuestra búsqueda de vida extraterrestre. Próxima parada, Venus. Pero que nadie se imagine extraños seres antropomorfos venusianos, porque la cosa no va por ahí. En la actualidad la búsqueda es más molesta y se limita en tratar de encontrar una bacteria.

Extraño paraíso

Puede parecer algo insignificante y en realidad lo es si atendemos a su tamaño. Pero encontrarla en Venus supondría uno de los hallazgos científicos más relevantes de la Historia. Y eso que Venus, en principio parecía uno de los menos proclives a albergar vida. Venus, el planeta que nos precede tomando como referencia al Sol tiene un tamaño y composición similar a la Tierra, pero ahí acaban los parecidos. Su atmósfera hiperdensa, la atroz presión 43 veces la de nuestro planeta, los mares de metano y el desenfrenado efecto invernadero hace que su temperatura ronde los 800 grados. Desde luego no parece precisamente el paraíso.

Ya lo dijo Carl Sagan

Pero ya en los años sesenta nada menos que Carl Sagan estableció que las condiciones del planeta amarillo podían ser ideales para que hubiera vida. Lógicamente se trataría de bacterias extremófilos de las que ya se han descubierto algunas en la Tierra viviendo tranquilamente en fumarolas de azufre subterráneo con carencia total de oxígeno. Estos microorganismos se alimentarían de CO2 que sobra en Venus y producirían como material de desecho ácido sulfúrico. Ya os hemos comentado que son extremófilas. El caso es que, lógicamente, los científicos no se quieren quedar con la duda. Ahora se está planteando mandar una nave que estudie la composición de la atmósfera venusiana y compruebe si realmente existe vida. No es fácil, pues cualquier ingenio humano tendrá que resistir las elevadas temperaturas y la presión atmosférica. En esta caso se trataría de una especie de globo que flotaría suspendido en las nubes. El reto es mayúsculo. Lo necesario para revelar si, definitivamente, la vida no es un accidente en nuestro Universo.