Será nuestra fascinación por los animales salvajes. Será nuestra falta de escrúpulos. Probablemente sean ambas cosas. Pero lo que les hacemos a los animales que viven en libertad es digno de un estudio. O mejor, de un museo de los horrores. La última pieza de este museo llega desde México.
Paquete sorpresa
Esta semana, los agentes de aduanas de país norteamericano tuvieron una considerable sorpresa. Para funcionarios acostumbrados a terciar con los más rocambolescos envíos, aquello fue increíble. Uno de los perros adiestrados para olisquear los paquetes en busca de sustancias ilegales dio la voz de alarma sobre una caja de plástico azul con pequeños agujeros en su superficie, en el centro de control de Jalisco.[Ver: ¿Y si el tigre de Tasmania no hubiera desaparecido?]
Pero desde luego, ni en un millón de años habrían adivinado qué contenía antes de abrirla, aunque los movimientos y ruidos provenientes del interior pudieran darles una pista.Al retirar la tapa encontraron un cachorro de tigre de Bengala en su interior. El pequeño animal, asustado y rodeado de tiras de papel de periódico miró con gesto asustado a sus liberadores.