Un marino solitario, engimático y trotamundos que alcanza el medio siglo demostrando estar en plena forma. No solo porque no paran de venderse sus aventuras, a ritmo de unos 100.000 ejemplares anuales, ni su imagen (ha protagonizado hasta campañas de Dior), sino también porque este septiembre se publicará Equatoria, la segunda novela gráfica en la que los españoles Juan Díaz Canales (guionista) y Rubén Pellejero (dibujante) afrontan la aventura de resucitar, en esta ocasión trasladándolo a África, a este personaje, tomando el testigo de su creador, Hugo Pratt, que falleció en 1995, aunque ya había jubilado al naviero porque no le cuadraba en un entorno digital como el actual.

Hijo de las novelas de aventuras

Pratt moldeó la arcilla del Corto inspirándose en sus propios viajes y en los universos de Jack London –con quien el marino se cruzaría en unas viñetas-, Stevenson, Melville o Conrad. Pero también en la poesía y el ambiente iberoamericanos. Y sí, también en el entonces incipiente espíritu libertario de Mayo del 68, el espíritu que nos transmitía que vale la pena atreverse, asomarse a lo desconocido, conocer y embarcarse aun teniendo miedo y pudiendo fracasar. "Ve en busca de tu isla", el dijo a Pratt su padre después de que éste devorara con entusiasmo La isla del Tesoro. Y es que fue, precisamente, un 10 de julio de 1967 cuando se publicó, en la revista italiana Sergeant Kirk, el primer eslabón de las aventuras de este icono del cómic de la talla de Tintín o Astérix, bajo el título La balada del mar salado. Allí estaba. Con todos nosotros, el Corto Maltés. Había nacido, se nos contaba, en Malta, también un 10 de julio pero de1887. Tenía sangre gitana por parte de madre, sevillana, y su padre era un marino mercante de Cornualles. Silueta de ganador, 1,83 metros de alto, con un pendiente asomando en el cuello de la levita y un cigarro eterno entre dientes.

Catorce singladuras por el mundo

En aquella primera aventura, se encontraba en apuros en el Pacífico, en pleno fragor de la Primera Guerra Mundial. Y las viñetas que lo narraban abrían una nueva veta en los cómics de aventuras, apostando por historias más largas y con mayor carga literaria. Por delante, al Corto le esperaba el éxito internacional, y una vida de singladuras rumbo a lo desconocido, por todo el mundo, en doce títulos dibujados y escritos por Pratt. Se rumoreaba que había fallecido, quizá en la Guerra Civil Española, pero volvió a levar anclas en pleno siglo XXI gracias a Canales y Pellejero, lo que hasta ahora se ha traducido en dos obras más. El héroe no ha muerto, el mito continúa, su trazo y color es el de siempre. ¿Cómo lo recibirá el público actual? No importa. El Corto vive el presente. Y la aventura lo sigue llamando.