En las selvas de las colinas de Uganda la vida de los humanos está estrechamente ligada a la de los animales. O mejor dicho, la muerte. El parque nacional de Virunga, en esta nación africana, vuelve a abrir sus puertas tras casi un año cerrada por el ataque y secuestro de tres personas el pasado año. 

En este parque vive una de las colonias más importantes de gorilas de montaña del planeta. De hecho, las últimas noticias, antes del ataque, hablaban de que el número de ejemplares de la especie en la zona había crecido en los últimos años. 

Ambas noticias están relacionadas de una forma un tanto peculiar. La primera idea es que el cierre del parque al turismo beneficia a los gorilas al devolverles la tranquilidad lejos de los flashes de los curiosos. 

Una fuente de ingresos

Sin embargo, la ecuación es diferente. La mejorar de las condiciones de los primates en estado salvaje y la protección más eficaz de sus hábitats está directamente relacionada con el turismo. Después de las guerras civiles de los noventa, en Uganda las autoridades se dieron cuenta de que los gorilas podían ser una fuente de ingresos.

Los turistas dispuestos a hacer un viaje como ese desde sus confortables hogares, son también propensos a no escatimar en gastos. Cada nuevo grupo que se adentraba, con guías, en las montañas para intentar fotografiar a los animales dejaba un buen montón de divisas en el país. 17.0000 visitantes lo han hecho desde 2014.

Por este motivo, la prioridad de las autoridades es asegurar a los nuevos visitantes que se encuentran en un entrono seguro. “Si hemos tardado tanto en volver a abrir el parque ha sido para que los turistas se sientan seguros”, ha declarado el director del parque. 

De momento no ha trascendido cómo a afectado el cierre a las poblaciones de gorilas del Parque Virunga.