Más que andar erguidos, ser monos sin pelo o cualquier otra característica, lo que realmente caracteriza a los humanos es nuestra inaudita capacidad de generar basura y dejarla por donde pasamos. Incluso en la Luna

Habrá quien argumente que realmente no es basura todo lo que las seis expediciones lunares que se sucedieron entre el 20 de julio de 1969 y diciembre de 1972. Que cada elemento se que fue dejando por los 12 astronautas que pisaron la superficie del satélite tenía su función. Pero una vez que cada misión abandonó la Luna, todo lo que dejaron atrás es eso. Basura. 

Empezando por la misión Apollo XI que cambió para siempre la historia de la Humanidad. Más allá del logro y las palabras de Neil Armstrong, una ve que él y Buzz Aldrin volvieron al Eagle dejaron tras de sí más que sus huellas. El elemento más visible es la plataforma de lanzamiento del Eagle

La parte inferior del módulo lunar sirvió de base para que la cápsula llegara al módulo espacial donde les esperaba Michael Collins. Puede molestar, y pueden admitirse argumentos de todo tipo, pero hasta la bandera que plantaron en la superficie no tiene ningún uno después de ser fotografiada. Y allí sigue. Junto con otros elementos como cámaras, dispositivos para recoger muestras, etc.

Bolsas de excrementos

 Y algo realmente asqueroso. Tantos en las primeras misiones, que solo estaban unas horas, como en las siguientes, que llegaron a las ocho horas sobre la Luna, los equios de astronautas se deshicieron de las bolsas de excrementos que acumulaban en el módulo lunar. 

Y así se siguieron acumulando elementos y dispositivos que eran utilizados en las estancias en la Luna y allí se quedaban. Más plataformas de lanzamiento, más banderas, más bolsas de excrementos y algunos objetos realmente absurdos. Uno de enorme tamaño. En realidad, tres. Los rovers lunares que se emplearon en las misiones 15, 16 y 17. Una especie de todoterreno lunar con el que recorrieron grandes distancias estudiando la Luna. 

Pero también los hay directamente inútiles. Como los palos de golf que Alan Sephard utilizó para echar una partido y mandar una bola a un centenar de metros aprovechando la escasa gravedad lunar.

Es decir, cualquier alien que llegue a la Luna podrá hacerse una muy buena idea de cómo es la especie que habita el planeta azul que hay un poco más abajo.