No hay una denominación común, pero sí hay un solo uso y, sobre todo, una única consecuencia. Los tubos de plástico que empleamos para sorber bebidas, y que aquí llamaremos pajitas, se están convirtiendo en una amenaza medioambiental.
Usar y tirar
Parece un objeto inofensivo. Una simple cánula de plástico que nos facilita el beber líquidos sin apenas mover la cabeza. Pero si tenemos en cuenta que en un país de población media como España se consumen 13 millones de estos artilugios cada día. 13 millones de elementos que se emplean una sola vez, durante muy poco tiempo, para algo que podríamos hacer sin ellos.
Pero el problema, como siempre, viene después del uso. Estas pajitas de plástico pueden tardar hasta 500 millones de años en descomponerse. Pero antes, durante esos cinco siglos, habrán causado todo tipo de problemas medioambientales. Se estima que el 60% de las tortugas ha ingerido algún objeto plástico, porcentaje que llega al 90% en el caso de algunas aves.
36.500 pajitas al año
Es el resultado del empleo de más de 36.500 millones de pajitas utilizadas cada año en Europa de las que solo llega a reciclarse una tercera parte, y eso con mucha suerte. Por eso Greenpeace ha lanzado una campaña para llamar la atención sobre los peligros de estos objetos en principio inofensivos.
Su objetivo final es lograr la prohibición de las pajitas de plástico. Aunque saben que eso es difícil y por el camino pretenden concienciar a la población sobre la necesidad de reducir su uso y eventualmente eliminarlo.
Como alternativa propone el uso de pajitas de materiales reciclables, como papel o de varios usos fabricadas de bambú o acero. También fomentar el uso de agua de abastecimiento público en lugar de embotellada. Y sobre todo, promover el uso de envases reutilizables que no solo eliminen las pajitas si no también el contender plástico del producto que muchas veces acaba en el mismo lugar que la cánula de plástico.