La situación de la capa de ozono, allá por los ochenta, fue el primer gran asunto medioambiental que saltó a las primeras de todos los medios y a la conciencia ciudadana. Tanto fue así, que las medidas adoptadas fueron todo un éxito

Pero las cosas han cambiado, un síntoma más de que en cuestiones relativas a la conservación de la naturaleza parecemos avanzar a paso de cangrejo, cómo decía Umberto Eco. Porque ahora un grupo de científicos advierte de que la situación de la capa de ozono vuelve a ser delicada

El Panel de Evaluación de los Efectos Ambientales de Naciones Unidas ha informado de una modificación de los patrones climáticos en el hemisferio sur causado por un incremento de las radiaciones solares que atraviesan la atmósfera y llegan a la superficie terrestre. Y ese es exactamente el cometido del ozono. Atrapar la mayor parte de los rayos ultravioletas que desprende el Sol. 

Tras los acuerdos del Protocolo de Montreal en 1987, que establecieron límites y prohibiciones a las emisiones de clorofluorcarbonados, responsables de la desaparición de estas moléculas de oxígeno, se produjo una reducción muy significativa en el deterioro de la capa de ozono. 
 

Algas y lluvias

Sin embargo, según este estudio, nuevas emisiones procedentes sobre todo del este de Asia están degradando esa protección natural del planeta y contribuyendo al aumento de temperaturas en el sur de planeta. 

Las consecuencias son dispares y ninguna buena. Una de las primeras que se ha observado es una alteración en el número y ubicación de grandes acumulaciones de algas en el mar, que consumen el oxígeno y perjudican a la fauna y flora del área.

Pero también han observados cambios en los patrones de lluvias, vientos y corrientes derivados de ese incremento de las temperaturas provocado por una mayor penetración del calor solar en la atmósfera terrestre.