Los científicos tienen una queja recurrente: lo que les cuesta colar su información en los medios convencionales. Pero ahora están de enhorabuena, porque la imagen del agujero negro obtenida ayer abrió todos los telediarios. Y fue trending topic todo el día y hasta hoy. 

De repente, todos entendimos que Einstein tenía razón aunque no sepamos muy bien en qué. Pero nuestro conocimiento de la física, de la relatividad y las teorías cuánticas ha ido más allá. Ahora también somos conscientes de que el genio germanoamericano tenía razón a hasta cierto punto. Justo en el filo del agujero negro sus teorías se vuelven elásticas como, al parecer el tiempo. 

También sabemos que los imagen que hemos visto ha necesito dos años de minucioso análisis de datos. Los datos que proveía el Telescopio de Horizontes de Eventos. Y hemos descubierto que ni es uno ni es un telescopio. En realidad son al menos seis radiotelescopio, esparcidos por todo el mundo, que han ido captando ondas de radio infinitesimales y juntando cada recepción para componer una imagen única. Porque para captar las emisiones del agujero Nero haría falta una paella del tamaño de la Tierra, y de momento a tanto no hemos llegado. 

Después, Sagitarius A

También nos han contado que el agujero negro se llama M87 y que se encuentra a unos 57 años luz, que es un porrón de distancia. Que tenemos uno más cerca, Sagitarius A, pero que era más fácil apuntar a M87 para obtener imágenes mejores. Que, en cualquier caso, el siguiente paso es fotografiar el sumidero cósmico entorno al que giramos en la Vía Láctea. 

Pero hasta los elementos más abstrusos de la física y el Cosmos nos parecen más abarcables. Como que M87 emita un pulso de materia de 5.000 años luz. Nos han explicado que, aunque digamos que un agujero negro lo absorbe todo, en realidad, algunos materiales son atraídos por la masa de la singularidad, la pasan rozando y son impulsados a velocidades y distancias inimaginables.

Los expertos pueden estar contentos. Por fin sus ininteligibles análisis son tema de discusión hasta en el último bar de pueblo del planeta.