Japón vuelve a la carga. Ignorando las moratorias internacionales y valiéndose de subterfugios legales y científicos, el país nipón vuelve a realizar una matanza de ballenas. 333 en esta ocasión, al menos 120 de ellas embarazadas

Matanza anual
Son las víctimas de la matanza anual que Japón realiza en las aguas del océano Antártico aprovechando la migración de los cetáceos gigantes. Es la denuncia realizada por la Comisión Ballenera Internacional. Además de los animales en estado de gestación, también acabaron con al vida de 114 ejemplares jóvenes

La excusa es la de siempre que nunca ha creído nadie. Los autoridades del país asiático asegura que la captura masiva de ballenas se basa en criterios científicos, aunque nunca ha sido capaz de explicar en qué beneficio científico o estudio se basa la matanza de cetáceos. 

Conflicto con Australia

Es simplemente la forma de esquivar la normativa internacional que protege a estos magníficos animales. Según la Convención Internacional de Regulación de la Captura de Ballenas, los fines científicos son los únicos bajo los que se pueden matar. Pero aunque Japón asegura que así es, en 2014 la Corte Internacional de Justicia declaró que la tristemente tradicional captura anual tenía unos claros fines comerciales y la sentenció ilegal. Sin embargo, Japón continua desoyendo no solo la sentencia, si no también la presión de muchos países y organizaciones de todo signo. 

Esta actitud está suponiendo además constante conflictos con Australia. El país oceánico declaró un santuario de cetáceos entre el país y el océano Antártico. Japón no reconoce la jurisdicción australiana sobre estas aguas y continua con su actividad en lo que en teoría es un área protegida.