59 años atrás, un 14 de mayo de 1962, se celebró la noche de bodas de Juan Carlos I y Sofía que, al igual que su matrimonio, no destacó por momentos románticos ni pasionales. 

Según relata Pilar Eyre en su blog de 'Lecturas', los recién casados pasaron la velada en un velero de lujo, propiedad del multimillonario Niarchos, quien les dejó múltiples regalos más. De este modo, la periodista se hace eco de las experiencias sexuales previas de ambos monarcas: "Él era ducho en amores, había tenido relaciones sexuales desde que era casi un niño. Tenemos constancia de que a los 18 años mantuvo sexo completo con la ardiente condesa Olghina de Robilant en el incómodo asiento trasero de un Volkswagen". Sofía, por el lado contrario, “era una especie de monja”, añade Eyre.

A pesar de que el matrimonio nunca se ha pronunciado sobre aquella noche, sí que se han podido conocer detalles gracias a la reina Victoria Eugenia, abuela de Juan Carlos I, por medio de una carta dirigida su prima Bee, abuela de Ataúlfo de Orleans. En el escrito, la monarca relata que el rey se rompió la clavículo un día antes de la boda por practicar kárate con su cuñado, teniendo que llevar el brazo escayolado. “Cuando llegaron al barco se dieron cuenta de que el yeso se había pegado a la piel y tenía el hombro en carne viva, apenas podía moverse. Sofía se pasó la noche arrancándoselo, centímetro a centímetro. Tenía dolores horribles, daba alaridos...”, aseguraba.

Tras este episodio, parece que pasó un largo tiempo por el que la pareja no llegó a intimar. La primera crisis llegó cuando Juan Carlos se reecontró con un pasado amor y, por el impacto emocional, Sofía regresó por una temporada a Atenas, donde la prensa griega llegó a decir que podría haber sufrido un aborto espontáneo. Acto seguido, el ahora rey emérito se dedicó aún más en su matrimonio, aunque la crisis entre ambos siempre perduró.