Cuando preparamos un buen plato de pasta, en muchas ocasiones tiramos el agua de la cocción sin darle una segunda vida y se trata de un completo error. Al volcar todo el contenido de la cazuela en un escurridor y desechar el líquido no somos conscientes de los usos que le podemos dar.
La realidad es que, cuando cocemos pasta, el agua se enriquece en cierto modo. No solo de sal, sino también de parte del sabor de la pasta (y más aún si añadimos un ajo o una hoja de laurel).
El ingrediente que le falta a tu pasta
Cocinar pasta es mucho más que estar pendientes de conseguir dejarla al dente. A la hora de conseguir el mejor plato de este ingrediente típico italiano todos los procesos y detalles cuentan.
Si vas a preparar una salsa casera (o, incluso, comprada en el supermercado) para tu pasta, lo ideal es verter en ella una parte del agua de cocer. Se trata de agua salada que incluye el almidón de la pasta, por lo que además de aportar sabor, contribuirá a ligar la pasta con la salsa, lo que derivará en un resultado exquisito.
Al ser necesaria solo una pequeña parte del agua, al resto podremos darle otros usos culinarios. Uno de ellos puede ser el de suavizar otras salsas que hayan quedado excesivamente espesas. Otro uso desconocido es el de remojar legumbres: en lugar de usar agua del grifo emplea la de la cocción de la pasta, que dotará de un punto de sal ligero al plato que harás. Otra posibilidad es emplear el líquido sobrante para hacer caldos.
Útil, no solo en la cocina
Pero no solo en la cocina es útil el agua de cocer la pasta. También se puede emplear para limpiar. Si, por ejemplo, has hecho una salsa de tomate que ha manchado mucho tu sartén, o tienes una cacerola pendiente de lavar con restos de comida incrustada y muy difícil de despegar, el agua caliente mezclada con la sal y el almidón quitará mucho más fácilmente la suciedad de los utensilios de la cocina.