Las futbolistas Magdalena Eriksson y Pernille Harder han dado una lección al mundo del deporte. Sendas profesionales se conocieron sobre un terreno de juego cuando sus respectivas selecciones, Suecia y Dinamarca, se enfrentaron en un partido de clasificación para el Mundial de 2019. Esa fue la primera vez que coincidieron, pero lo que no sabían entonces es que protagonizarían el beso más viral del campeonato mundial que se está celebrando en Francia. 

Fue en el duelo que enfrentó a la selección sueca de Eriksson contra Canadá. Allí estaba Harder para animar a su novia vestida con los colores de Suecia. Una vez concluido el envite, ambas se fundieron en un emotivo beso.

Las cámaras captaron el momento y la instantánea ya ha recorrido el mundo al grito de despejar cualquier tema tabú y liberarse también en el mundo del deporte. En el caso del fútbol femenino, la homosexualidad está a la orden del día. Sin embargo, entre los jugadores sigue siendo un tema que levanta ampollas y que muy pocos se atreven a reconocer.

“No tengo ninguna duda de que hay futbolistas homosexuales en España. Otra cosa es que se haga público”, así de tajante se ha mostrado Antonio Sánchez, comentarista deportivo de Movistar + tras ser preguntado por qué no hay ningún futbolista homosexual reconocido en nuestro país.

Lo cierto es que poco o nada se ha avanzado desde 2009, cuando por aquel entonces entrenador del Valencia, Unai Emery, afirmó: "Todo tiene un proceso. El mundo gay se está abriendo y todavía queda por abrir. El mundo del fútbol es complicado para abrir. Seguro que hay gays en este mundo, pero hay que superar alguna que otra barrera. Creo que queda mucho recorrido para que este mundo se abra”.

Y es que el fútbol masculino sigue encerrado en el armario. En los últimos años apenas cinco jugadores profesionales han hecho pública su condición sexual en un mundo repleto de vejaciones, amenazas y vidas paralelas. El más conocido de todos ha sido el exinternacional alemán, Thomas Hitzlperger, quien reconoció su homosexualidad tras retirarse, ya que nunca se atrevió a comentarlo en público en activo por miedo a ser reprobado.