Iñaki Urdangarin se ha convertido en objeto de noticia, tras darse a conocer como está siendo su vida allí y el tratamiento que está recibiendo en la cárcel por las presas que comparten zona con él. 

Al parecer, según desvela Lecturas, las reclusas lanzan todos los días piropos al marido de la Infanta Cristina. De hecho, cuando la hermana del Rey Felipe VI acude a visitar a su marido, las presas le lanzan frases, tales como: "Cristina, f***a bien, que si no lo haremos nosotras, ¡qué estamos muy cachondas y él está muy bueno!”. 

Se trata de un sitio en el que el lenguaje coloquial vela por su ausencia y al que Urdangarin está más que acostumbrado, debido a la lluvia de gritos que suele producirse cuando se acerca por la zona en la que se encuentran las presas.

Algunas de las procacidades que las encarceladas lanzan contra el marido de la Infanta Cristina son:

  • ¡Cristina, que tu Iñaki está muy bueno, uy, qué rico! Mmmh… es un chuletón vasco, no te descuides que nos lo vamos a comer entre todas”.
  • "¡Qué se quede aquí, para nosotras, que nos lo vamos a tirar y a dejarlo contento!". 
  • “Menudo tiarrón del norte, Cristina. Si todo lo tiene tan grande, no te lo acabas en un par de horas… Mírala qué ansiosa va. Di que te dejen más tiempo”. 
  • "¿Cuántos polvos te ha echado, Cristina? ¿Tres, cuatro…? Esta noche le vamos a dar doble de cena para que se reponga…".

Su rutina en la cárcel

Iñaki Urdangarin hace una vida cotidiana en la cárcel. Aunque lo intercala con acudir al Hogar Don Orione dos veces a la semana, el marido de la Infanta Cristina está muy ocupado haciendo deporte y sobre todo, respondiendo a cartas. Dado que, según desvela Lecturas, Iñaki recibe unas dos cartas diarias, mucho más que ningún otro preso y escribe mucho. 

Además de ello, está manteniendo relaciones cercanas con algunos de los funcionarios de la cárcel, con los cuáles habla de fútbol, y recibe bastantes visitas de amigos y familiares. 

La vida del marido de la hermana del Rey está siendo más cotidiana de lo que parece en el interior la cárcel, donde se está acostumbrando a llevar una vida, casi, normal.