El portavoz de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, ha vuelto a recurrir al sarcasmo para señalar las diferencias en la forma en que se afrontan los escándalos políticos y éticos en otros países frente a lo que ocurre en España. Este viernes, el veterano diputado valenciano ha compartido en su cuenta de X (antes Twitter) una noticia sobre la dimisión de Angela Rayner, vice primera ministra británica, con un escueto comentario: “Al emérito no le gusta esto”.


La frase, aparentemente ligera, encierra un trasfondo de crítica profunda: mientras en el Reino Unido una de las figuras más relevantes del Gobierno laborista ha renunciado a su cargo por un error fiscal que ella misma califica de involuntario, en España el rey emérito Juan Carlos I se mantiene en Abu Dabi desde hace cinco años tras múltiples informaciones sobre presuntas irregularidades económicas y fortunas opacas en Suiza, sin haber asumido responsabilidad política ni judicial.

El caso británico: dimisión por un “error involuntario”

Angela Rayner, vice primera ministra del Gobierno de Keir Starmer y una de las figuras más populares de la izquierda laborista, ha anunciado su dimisión tras conocerse que pagó menos impuestos de los que correspondían en la compra de un piso en Hove, al sur de Inglaterra. El hecho no se relaciona con enriquecimiento ilícito ni con una estrategia consciente de evasión fiscal, sino con una interpretación errónea de su situación patrimonial, marcada por un proceso de divorcio y la cesión de una vivienda a su hijo con discapacidad.

El consejero independiente de ética del Gobierno británico, Laurie Magnus, ha concluido que Rayner no cumplió con los “estándares más altos posibles” que se exigen a un cargo de su relevancia, aunque ha reconocido que ha actuado “con integridad” y de “buena fe”. La dirigente ha aceptado el informe sin matices, ha asumido toda la responsabilidad y ha presentado su renuncia de inmediato. “Asumo toda la responsabilidad de este error. Quiero aprovechar esta oportunidad para repetir que nunca tuve otra intención que pagar la cantidad correcta”, ha afirmado en su carta de dimisión, en la que recordó sus orígenes humildes y su compromiso con la política social.

El contraste español

La referencia irónica de Baldoví cobra sentido si se compara la reacción en el Reino Unido con lo ocurrido en España en torno a Juan Carlos I. En agosto de 2020, el rey emérito decidió trasladarse a Abu Dabi tras hacerse públicas investigaciones sobre sus supuestas cuentas y fundaciones en Suiza, alimentadas por transferencias millonarias de origen opaco. Aunque no llegó a ser procesado gracias a la inviolabilidad que disfrutaba como jefe de Estado y a la prescripción de ciertos delitos fiscales, su reputación quedó gravemente dañada.

Lejos de asumir una dimisión simbólica de sus títulos honoríficos o pedir disculpas públicas detalladas, Juan Carlos I se limitó a enviar una carta a su hijo, Felipe VI, en la que explicaba que se marchaba “por razones personales” y para no perjudicar la imagen de la Corona. Desde entonces, ha regresado a España en contadas ocasiones, siempre rodeado de polémica, mientras el Gobierno y la Casa Real tratan de mantener una distancia calculada.

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