Mariló Montero volvió a sorprender a la audiencia con una anécdota que, hasta ahora, había permanecido en lo más profundo de su vida privada. Durante una conversación distendida en el show de Valeria Ros, la periodista confesó que, técnicamente, sigue casada… con un hombre africano al que conoció en un safari en Namibia. Una historia insólita que, según ella misma relató entre risas, ocurrió sin que fuese plenamente consciente de lo que estaba viviendo.

Montero es conocida por su matrimonio con el periodista Carlos Herrera, una relación que comenzó en 1991, dio como fruto a sus dos hijos - Rocío Crusset y Alberto - y terminó en divorcio en 2011. Pero lo que casi nadie sabía es que, en 2018, la presentadora volvió a pasar por “el altar”, aunque en un escenario muy distinto y en circunstancias que rozan el surrealismo.

“Es cierto que ahora mismo estoy casada con un africano. No me he divorciado, así que, si hubo boda y nadie la anuló, seguimos casados”, confesó entre carcajadas. La revelación dejó a los presentes con más preguntas que respuestas: ¿cómo se produce un matrimonio sin que una de las partes lo sepa? ¿Qué ocurrió realmente en aquel viaje?

Una pulsera que lo cambió todo

La historia se remonta a un safari por la sabana namibia en 2018. Durante el recorrido, Mariló decidió bajarse del vehículo para contemplar el paisaje más de cerca. El conductor, un guía local, se ofreció a acompañarla para que el paseo fuera más seguro y agradable. “Me dijo que me llevaría a un sitio más tranquilo”, explicó. A partir de ahí, comenzó un recorrido improvisado en el que él le iba señalando plantas, animales y curiosidades del entorno.

El paseo tomó un giro inesperado cuando el guía empezó a trenzar una pulsera con ramas verdes y se la entregó a Montero. Ella la aceptó encantada, sin conocer el trasfondo cultural del gesto. Para él, sin embargo, aquel objeto era mucho más que un souvenir: representaba un símbolo de unión matrimonial.

“Yo empecé a sentir mariposas en el estómago, me empezó a gustar… muy coqueta”, recordó la periodista. Lo que no imaginaba era el significado profundo de aquel detalle aparentemente inocente.

El beso que remató la “ceremonia”

El momento más surrealista llegó poco antes de que Montero se marchara al aeropuerto. Según relató, el guía corrió detrás del vehículo para detenerla. “Paró la camioneta, abrió la puerta, me bajó, me puso entre sus brazos y me dio un morreo… ¡una cosa!”, relató divertida, asegurando que aquel gesto la dejó “loca” y perpleja a partes iguales.

Fue entonces cuando él le reveló lo que significaba la pulsera: un matrimonio simbólico según la tradición local. “Me casé sin darme cuenta en plena sabana. Siempre pasa esto el último día”, concluyó entre risas. Aunque todo quedó como una anécdota pintoresca de viaje, Montero afirma que, técnicamente, nunca hubo un “divorcio”. Ya lo toma con humor, pero la historia, desde luego, da para guion de película.

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