Corría el año 1998 cuando el Gobierno de José María Aznar decidió que el AVE entre Madrid y Barcelona parara en Yebes, localidad de Guadalajara que por aquel entonces tenía poco más de 200 habitantes. En aquel momento, Esperanza Aguirre era ministra de Cultura y, fruto de la casualidad, o no, su tía política, Micaela Valdés Ozores, tenía 3,4 millones de metros cuadrados de suelo rústico a través de la sociedad El Arverjal SL en el municipio guadalajareño. Actualmente, Yebes se ha convertido en el municipio que más ha crecido de toda España en el último siglo. Aprovechando este dato, Telemadrid patrocinaba recientemente el que ha sido el pelotazo de la familia política de Aguirre, valorado en 197 millones. Esta es su historia.

"El municipio que más ha crecido de toda España en el último siglo está a tan solo una hora de Madrid. Se trata de Yebes, en Guadalajara. Allí han tenido un crecimiento del 3000%, han pasado de 167 habitantes a más de 5000 en 25 años. ¿Los motivos? La cercanía a la estación del AVE, a tan solo 15 minutos, y también la proximidad con Madrid", introducía la presentadora de los informativos antes de dar paso a un vídeo en el que un matrimonio madrileño desplazado hace 14 años a Yebes compartía su alegría y "tranquilidad". 

En 2025, Yebes ya cuenta con más de 5000 habitantes, pero en 1998, cuando Aznar decidió que el AVE hiciese parada en la localidad, apenas llegaba a los 200. Precisamente en Yebes poseía la tía política de Esperanza Aguirre, Micaela Valdés Ozores, varios millones de metros cuadrados de terreno rústico heredado. Así, a través de la sociedad El Arverjal, la familia recibió 1,5 millones de euros en concepto de expropiación de parte de esos terrenos, según publicaba Infolibre.

Sin embargo, la sociedad no tributó por ese ingreso, ya que se acogió a la figura de la “exención por reinversión de beneficios extraordinarios”, que permitía diferir el pago durante décadas. La fórmula consistía en imputar la renta poco a poco mediante la amortización de una construcción vinculada a esa reinversión. En la práctica, el dinero recibido en 1999 apenas empezó a incorporarse a la base imponible en 2002, a razón de 30.000 euros anuales, y así seguirá hasta 2051. De esta forma, El Arverjal disfrutó del capital sin tributar durante medio siglo, beneficiándose además de la inflación y de que el tipo nominal del impuesto de sociedades descendiera del 35% de entonces al 25% actual. 

El verdadero salto patrimonial llegó pocos años después. En 2001, el Ayuntamiento de Yebes, gobernado por el PP, recalificó los terrenos rústicos en urbanizables. La Junta de Castilla-La Mancha, presidida por José Bono, dio el visto bueno al proyecto de crear una ciudad satélite, Valdeluz, que podría acoger 34.000 habitantes. La promotora encargada de la operación fue Reyal, que debía adquirir los terrenos ya recalificados de El Arverjal para levantar allí Valdeluz. Sin embargo, en lugar de vender directamente la finca recalificada, la sociedad de la familia de Aguirre planeó una operación más ventajosa.

En 2002 aportó el suelo a una filial de Reyal, Las Dehesas de Guadalajara SL, a cambio del 49% de su capital social, valorado en 43 millones. Solo un año después, en 2003 y 2004, vendió esas participaciones a la propia Reyal por más de 200 millones de euros. Es decir, El Arvejal pasó de tener 43 millones a 200 en apenas doce meses. Para los expertos fiscales consultados por el citado medio, resulta difícil sostener que el valor de mercado se multiplicara por 4,6 en tan poco tiempo. Además, la normativa exigía que los activos se mantuvieran al menos siete años antes de transmitirlos, algo que no ocurrió.

Con el dinero ya en caja, El Arverjal volvió a aprovechar la legislación para reducir impuestos. Declaró que los más de 200 millones de beneficio se habían reinvertido en la adquisición de acciones y participaciones en hasta 18 sociedades, lo que permitía acogerse a nuevas deducciones. Entre esas inversiones destacaban dos compañías radicadas en Luxemburgo: Eprec SA y un fondo de Deutsche Bank. En 2006, la sociedad de Valdés Ozores declaró haber invertido 25 millones en Eprec, cuando su aportación real nunca superó los 14,2 millones. Posteriormente, en 2015, se produjo una reducción de capital en esa sociedad que habría obligado a ajustar las deducciones fiscales en España, pero nada de ello figura en las cuentas de la empresa.

El resultado global de toda esta ingeniería financiera se refleja en las cifras finales. Entre 2003 y 2006, El Arverjal declaró beneficios antes de impuestos por 210 millones de euros, de los que al menos 197 millones procedían directamente del negocio urbanístico en Yebes. Sin embargo, lo que pagó realmente en el impuesto de sociedades fueron 27,5 millones. Eso equivale a un tipo efectivo del 13%, muy lejos del 35% nominal vigente en aquellos años.

La sociedad estuvo gestionada en todo momento por la propia Micaela Valdés y su hijo, Ignacio Mencos, administrador actual, que insiste en que todas las operaciones se realizaron “dentro de la legalidad”. Pero el análisis de expertos fiscales sugiere un patrón claro: concatenar deducciones, aprovechar al máximo los mecanismos de diferimiento y recurrir a estructuras internacionales para rebajar la factura. 

La relación familiar con Aguirre añade, inevitablemente, un componente político. Aunque la expresidenta madrileña no tuvo participación en el negocio, lo cierto es que su tía política obtuvo un beneficio millonario gracias a una decisión gubernamental —el emplazamiento de la estación del AVE— y a la posterior recalificación urbanística.

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