Ramiro Cardonel falleció un 18 de abril mientras realizaba tareas de prevención de incendios en Buitrago de Lozoya (Madrid) como trabajador de las brigadas forestales madrileñas. Tal y como destacaban en el programa Mañaneros 360, el suyo era uno de esos contratos precarios que, a día de hoy, se mantienen y que denuncian numerosos miembros de estos cuerpos, hartos de una situación indigna que está alcanzando una gran notoriedad en estos días en los que los bomberos afrontan largas jornadas de trabajo con escasos descansos para tratar de controlar y extinguir los fuegos que asolan el país.

La muerte de Ramiro se produjo en la montaña, por el atropello de un coche que tres días antes había pasado la inspección de ITV y que se precipitó sobre un árbol en el que él y sus compañeros se encontraban trabajando. Los que estaban con él pudieron esquivar el vehículo, pero Ramiro corrió peor suerte. Javier Ruiz entrevistaba en Mañaneros 360 a Felisa Sánchez, su madre, este jueves, quien aseguraba estar viviendo las noticias de los últimos días sobre los incendios con gran irritación. Su hijo murió a los 29 años, puntualizaba que, precisamente, hubiera cumplido 37 en unos días. Sin embargo, según detallaba, a pesar de haber pasado casi diez años del trágico suceso, las condiciones de sus compañeros no han mejorado.

La madre de este bombero recordaba en el programa como su hijo, cuando acudía a apagar incendios, debía de "apañarse en los descansos con un bocadillo, un refresco y un bocadillo con tres lonchas de jamón york". No era esa la única precariedad que enfrentaba en sus condiciones, en las que también destacan los bajos sueldos, sino que, incluso, debía encargarse él mismo de algunos materiales de su día a día. "La ropa de trabajo, la de extinción de incendios, había que lavarla en casa... Cuando se acaba el contrato la dejaba en el centro y, si por suerte le volvían a contratar, se la devolvían", explicaba.

Ante el panorama de estos días, el presentador de Mañanaros 360 le preguntaba cómo está viviendo estas jornadas en las que no dejan de surgir incendios en distintos puntos del territorio nacional y en los que se está evidenciando la falta de trabajos de prevención y las malas condiciones de los miembros de los equipos de extinción de incendios, a lo que Felisa le respondía sentirse tremendamente indignada.

No ha cambiado nada, están exactamente igual todos... 

La muerte de Ramiro Cardonel es un ejemplo más de un cuerpo de gran necesidad para la población y el medio ambiente, pero cuyos trabajadores no son lo suficientemente reconocidos, ya no lo imprescindible de su labor sino en lo que reciben por enfrentarse a esos grandes peligros, llamando la atención que no alcancen unas condiciones satisfactorias mínimas. Precisamente, Felisa le contaba a Javier Ruiz que, siete años después, todavía no se ha procedido al juicio para esclarecer las causas de la muerte de su hijo y qué fue lo que falló.

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