En nuestro país tenemos muchos ejemplos de la utilización que algunos hacen de las redes sociales con el único propósito de causar daño. Algunos de esos casos han saltado a la luz pública y, aunque las normas se han adaptado a los nuevos usos que imponen este tipo de plataformas, el camino por recorrer es todavía muy largo.

El supuesto anonimato –y, por ende, impunidad- que otorgan herramientas de uso habitual como vía de comunicación, ha provocado situaciones alarmantes y dramáticas, en especial, cuando se trata de jóvenes y menores.

Ahora, algunos parlamentarios británicos, proponen para poner freno al ciberacoso detectado en diferentes redes la instauración de una especie de impuesto.

En concreto, según ha revelado la BBC, dichos políticos hablan de Twitter y Facebook. El medio público indica que ha sido la mismísima secretaria de Cultura de aquel Gobierno, Karen Bradley, quien ha llamado la atención acerca de conductas que sitúan a los usuarios en algunos casos en una situación de indefensión.

El destino de la recaudación

La solución que plantea pasaría por la puesta en marcha de una tasa, como medida contra el acoso en las redes sociales, cuya recaudación iría a parar a entidades o colectivos que, precisamente, se dedican a trabajar para erradicar este tipo de comportamientos.

Señala Bradley que los 'gurús' de esta industria reconocen que cuando crearon sus empresas eran veinteañeros y sin hijos. Ahora, pasado el tiempo, y en su caso con vástagos adolescentes, son conscientes de lo que está ocurriendo y, según dice, ellos mismos quieren ayudar para solucionarlo.

La medida no va a ser fácil de adoptar. Muchos pensarán que es algo así como tratar de ponerle puertas al campo; sin embargo, en los últimos meses se han multiplicado por muchos los episodios de acoso en la red.

Lo que reprobamos offline...

Las intenciones del Gobierno británico van en serio y responden a algo así como que lo que reprobamos en la vida cotidiana, offline, también debe ser rechazado online, y ello porque la realidad demuestra que no es así.

No se sabe si una acción de este tipo (cuyas conclusiones definitivas está previsto que se conozcan a principios del año que viene) puede ser importada por otros países como España. Aquí, siendo una de las naciones que contabilizan un mayor número de usuarios en redes sociales o plataformas de mensajería instantánea como WhatsApp, se desconoce si una iniciativa de este calibre tendría impacto.

Falta por saber cuál será la reacción de las propias empresas tecnológicas. Algunas, como Facebook, han opinado sobre el particular recordando que trabajan intensamente para evitar conductas de este tipo; otras, aún no han evaluado la medida.

Lo curioso de este asunto es que, si bien este movimiento en Reino Unido centra su atención en el ciberacoso y las amenazas que se dan, sobre todo, en el colectivo joven, cabría preguntarse cómo habría que actuar cuando es un mandatario el que lanza la ‘advertencia’, el insulto o la amenaza. Y de esto, en los últimos meses, el ejemplo más evidente es del presidente de EEUU, Donald Trump.